Corazones en la niebla. Capitulo 28

Bueno aquí tienen un nuevo capitulo espero que les guste y les  deseo un buen fin de semana 

 Capítulo 28 (primera parte) 

 Salvados por los niños 

Nicolás tenía mucho, miedo se había comunicado con Garnier para que ayude a Annia y a Rebeca, pero su amigo no podía ir a donde se encontraban ella.  muchos monstruos había rodeado el ala donde residía su hermano, era imposible entrar. A pesar de las dificultades, no se rendiría. Debía salvar a, la mujer que amaba, a sus padres, su cuñada y sobrinos. Se había demorado bastante porque fue a conseguir agua bendita, sobre voló el castillo y tiro su contenido. Luego se dirigió al ala este para hallar a Annia 

 Un fuerte ruido inundó el castillo, los monstruos berrearon, la alarma hizo que Rebeca se quedara parada y más decidida que nunca a ver como estaban sus hijos. Cuando iba a caminar Lulu le jalo la bata de su pijama, Annia aprovecho para arrastrarla por el cabello  y alejarla de esas criaturas. Rebeca iba gritar, pero alguien le tapaba la boca mientras con la otra mano hacia que las perras se callasen, como nunca hicieron caso. Se pusieron en pasillo a resguardo de los monstruos que parecían confundidos. 

 Annia susurrando, le dijo a su prima. —No te muevas estamos rodeadas Rebeca le mordió los dedos. Annia hizo un gesto de dolor y cerro los la boca fuertemente para no gritar. Luego en voz baja le dijo —¿ Por qué hiciste eso?

 —Tú, me jalaste el pelo. 

 —Te estaba salvando la vida. 

— Annia callo un ugi se acercó donde estaban escondidas empezó a olerlas. Abrazo a Rebeca mientras las perras miraban con aprensión a los monstruos sin emitir sonido. Momentos después Annia por fin respiro, y le dijo preocupada. 

 —Van por los niños. Rebeca casi grita, su prima tuvo que taparle la boca nuevamente. Cuando se tranquilo, idearon un plan para rescatar a los pequeños. Annia y Lulu atacarían a las bestias gritando y ladrando mientras Rebeca entraba a rescatar a sus hijos. La curadora, se maldecía, aún sonaba la alarma y las piedras con las que se contactaba con Cristian y Gregory estaban en su alcoba, que estaba llena de ugis. Sin dejarse amilanar rezo a la diosa por su prima y entro al cuarto de sus hijos. No había nadie el corazón se le oprimió. Pensó que dejaría de respirar. ¿Dónde estaban sus hijos? Iba a llorar cuando la voz de Gregory, su hijo la hizo tranquilizarse. 

 — Mami, monstos aquí bajo. 

 — Vengan. 

 — Mamiiiiiiii. 

 Rebeca cerró los ojos, pero no sucedió nada. Annia le toco el hombro estaba hecha una piltrafa llena de sangre negra, Pese a  eso llevaba una sonrisa en su rostro 

 —Descubrí la forma de matarlos los hieres en el medio. 

 —Vamos, antes de que lleguen más. 

 — Hay un pasadizo que lleva las afueras del castillo. Annia miro una piedra ponerse roja y la tomo . Es Gregory dice que huyamos por el pasadizo y nos transportemos a isla de Eirlia. 

 Nicolás estaba cansando había matado con a una docena de asquerosas criaturas y aún no podían entrar al lugar donde se encontraban las chicas. Sophie lo había abandonado para ir en busca de Saint Germain, tenia miedo que se haya convertido en un ugi. Garnier, lo llamo y tranquilizo sus padres estaban bien. Pronto iría con Yusbel a ayudarlo. Por fin, pudo entrar la casa de Darius estaba hecha pedazos, camino buscando desesperado a Annia o su cuñada y nada. No había señales de nadie, solo tres monstruos destruidos. 

Fue por el pasadizo esperando encontrarlas. Annia estaba cansada, se paró a descasar sus sobrinos parecían más fuertes que ella o su prima. Hasta las perras iban decididas, se habían topado con dos monstruos más, pero los consiguieron matar. Oyó unos pasos, fue con la escoba que utilizaba de arma sin mirar , a su víctima, para no amilanarse. 

 —Ayyyyyyyyy, Annia, me haces daño. Abrió los ojos, incrédula y feliz. 

 — ¿Nicolás, eres tú? 

 — Ahora eres tú la que no me reconoce. — Ella se rió, y fue a sus brazos. Se besaron lentamente , expresando con sus bocas toda la angustia y alegría que sentían por verse. Rebeca tosió, Nicolás luego la abrazo como a sus sobrinos. Caminaron rumbo a la isla Nicolás iba primero junto a Lulu. Rebeca le pregunto por su esposo. 

 — Darius se encuentra bien Rebeca aunque no puede ver a estas criaturas. Sabe defenderse, no temas mi hermano volverá a ti. 

 — Ojalá, es lo que más deseo. 

 — Estoy orgulloso de ustedes, me sorprendió que pudieron verlos y destruir a los ugis. 

 — ¿Por qué? 

— Solos los niños, los osian y las mujeres embarazadas pueden percibir a esos seres. 

 — A por eso Annia puede. 

 — ¿Qué? 

 — Ay mi pelo. Nicolás se volteó curioso . 

 — ¿Qué dijiste?

 — Nada — gimió Rebeca, con un gesto de dolor, mientras Annia suspiraba. 

 Deseaba avisar al hombre que amaba de una forma romántica no en un pasadizo lúgubre y sucio. Llena de temor, huyendo por sus vidas. Nicolás siguió caminando muy pensativo hasta que choco con Lulu por no ver el camino, la perra le gruño. A él no le importo se paró y miro un rayo de luz, que se filtraba por las rocas, pronto estarían en la isla. Fue cuando se dio cuenta. Annia esperaba un hijo suyo, corrió donde estaba ella lleno de alegría.