Bienvenidos a mi blog. He creado este por que tengo un montón de historias en mi mente que me gustara compartir. Miles de mundos y personajes siempre me acompañan, decidí, que era hora de hacer que fueran conocidos. Quiero, que sean capaces de expresar y soñar junto a mi. Espero, que les guste mi casa y tendrán una voz aquí. Mi cariño y amistad también.

viernes, 15 de enero de 2016

Ilumina mi corazón. Capítulo 18 (Tercera Parte)

Hola, ¿cómo les  va?  Estos  días  he estado un poco enferma,  casi no  iba a publicar,  pero decidí hacerlo espero que  les  guste  el capítulo y les  cuento que es largo y  subido de tono.




Capítulo 18 





— Amelia,  yo  también  estoy  nervioso.  Es  la primera  vez,  que  estoy  con alguien que  realmente me importa. Ven  vamos  a sentarnos  en  la  cama confía en mí, —dijo Sebastián  suavemente, besándola sobre la cima de su cabeza.
Ella se acercó hacia su pecho, su mejilla fue a descansar sobre amplía fortaleza. Sus brazos estaban flojos y ella supo que estaba en su hogar al sentir como Sebastián la protegía como si fuera lo más valioso del mundo. Sus brazos desnudos rodearon la cintura de Sebastián  y ella se adhirió a él. Metió su cara en su suave camisa de   respiró su olor a  jabón de pino   y un suave almizcle, muy difuso, hasta que comprendió que en realidad era su olor.
Amelia frotó su mejilla contra su pecho, sorprendida por el deseo que  despertó en su cuerpo  como por  el intenso latido de  su  corazón.
Amelia  caminó  de  forma  lenta hacia la cama. Él subió después de ella. Ella se había acostado y estaba tiesa como una tabla, sus manos descansan sobre su pecho. Sebastián inmediatamente se colocó a su lado, inclinándose en un
codo, y apoyando su cabeza sobre su mano. Tomó   su  barbilla  y  beso  de nuevo  la  boca  de  Amelia. El beso tranquilizo a la mujer que se perdió en la sensación de sus caricias.
Sebastián aprovechó la distracción para quitarle su  sostén. Amelia sintió un escalofrío al percibir el aire sobre su espalda. El momento que ella estuvo de con el torso desnudo ante él con, fue el turno de Sebastián  para temblar.
Ella era magnífica, cada deliciosa y cremosa pulgada suya. Su cabello se veía más oscuro contra su piel color marfil. Sus hombros estaban densamente cubiertos con pecas, que  Sebastián  amó a  primera  vista. Las había visto sobre sus brazos, a pesar de que ella había intentado ocultarlas, entonces había sospechado que las tenía por todas partes. Quería besar todas y cada una de sus pecas.  Sus pechos no eran grandes, pero tampoco eran pequeños. Solo lo justo, perfectos, eran como melocotones con duros pezones oscuros en sus puntas. Se  preguntó,  ¿cuál sería  su  sabor?  y  esperaba  no  babear   por  el deseo de morderlos. Su cintura estaba deliciosamente encorvada y fluía hacia unas caderas llenas, suaves y femeninas y sus muslos…, eran de esa clase que todo hombre sueña ser rodeado.  Amelia  se    quitó las  sandalias  Sus pies se veían maravillosamente arqueados y con los dedos del pie más dulces que alguna vez hubiera visto rizarse en una alfombra. 

Los ojos de Sebastián  se encontraron mirando    el rostro  inseguro de  Amelia   —. Eres bella, absolutamente hermosa —. Él intentó quitarle  el pantalón, pero Amelia se negó.
— ¡No! yo…yo no…estoy lista… para que  veas  mi pancita —. Sus brazos se cruzaron delante de ella defensivamente y sus dedos del pie se rizaron más fuerte. Sebastián dejó caer sus manos.
— Amelia —. Mírame  eres  hermosa  por  dentro  y por  fuera.
Amelia se acercó hacia el pintor y le pidió en voz baja  besame.
 Sebastián  no pudo oírla y se quedó parado sin  saber que  hacer.
Amelia lamió sus labios nerviosamente Sebastián sintió un nudo en su estómago Finalmente ella habló en voz  alta—. ¿Te  vas  a quedar mirándome todo el día?  Me gustaría ser besada. Adoro tus  besos. — Luego de  decir  eso,  Amelia   se quedó observando la alfombra  café  de su dormitorio Sin atreverse a ver su rostro. 
— Bien, puedo hacer eso — dijo Sebastián alegremente. Él se derribó en su codo otra vez y se inclinó sobre ella con una sonrisa. El primer toque de su boca sobre la suya fue suave y dulce . Ella todavía mantenía sus labios flexibles. Sebastián mordió  sus  atropelló sus labios con cuidado, tirando uno de sus labios entre los suyos y chupando. Él exploró cada pulgada de sus labios sin usar de ninguna manera su lengua o sus dientes. El beso fue tan inocente como pudo hacerlo, y el cuerpo entero de Amelia se relajó a su lado en respuesta.
La rendición de ella animó a Sebastián a profundizar el beso. Ella giró su cabeza hacia él y sus labios se separaron mientras ellos se miraban a los ojos. Esa fue toda la invitación que Sebastián necesitó. Él presionó sus labios contra los suyos con bastante fuerza como para obligar a sus labios a abrirse más y luego barrió con su lengua en su boca  abierta. Muy despacio Sebastián movió su lengua alrededor de la boca de Amelia, probándola y dejándola hacer lo mismo. 
Amelia  sabía fresca y limpia, con leve toque de café y la menta. Su boca era suave. Sebastián tocó con   su lengua sobre la suave carne de su mejilla interior.
Después de la suavidad aterciopelada de su mejilla él sintió los bordes agudos de sus dientes y de improviso se imaginó aquellos dientes mordiéndolo con pasión. La imagen quemó un temblor de lujuria bajo su espina dorsal. Mientras intentaba guiarla en su pasión.  La lengua de Amelia de pronto se movió contra la suya. 
Cuando él separó su boca, Amelia lo siguió desde la cama, sus labios detrás de los suyos. Él disminuyó la aspereza de la salida de su boca concediéndole mojados besos pequeños a través de su mandíbula y cuello que la hicieron nuevamente arquear su cuello otra vez.
— ¿Qué sigue ahora, Amelia? — Él le preguntó suavemente mientras su lengua  tocaba  la  piel  detrás de su oído. — ¿Qué quieres hacerme ahora? — Sebastián hizo la pregunta muy deliberadamente. Él quería que Amelia  tuviera  el control de la situación, pudo sentir su sorpresa ante la pregunta
— Bien, me gustaría sentir tu piel. Quítate la  camisa,  deseo saborearte.
Amelia  dejó de pensar tener  miedo  o dudas  en esa habitación  solo  estaban ella  y Sebastián; todo  era  permitido.
Sebastián  se abrió  lentamente la  camisa.  Amelia  no dejó  que  terminara   de quitársela   se  acercó  hacia él, con deseo. Sebastián casi lloró con el placer que sintió cuando su lengua golpeó su cuello donde su pulso palpitaba desesperadamente. Ella lamió sobre su garganta, comenzando en ese punto dónde latía, sobre la manzana de Adán y hacia abajo, hacia el hueco entre su clavícula, justo sobre dónde se abría su camisa. Ella aspiró la piel allí Sebastián  no pudo parar su gemido. Amelia  besó por  detrás  de su oreja excitada  de  por  la reacción  de  Sebastián.
—Eres  delicioso sabes salado con algo de  picante —. Su lengua barrió el punto otra vez y él tembló.
—Tu piel es tan suave aquí — ella movió su cabeza y lamió el hueco de su garganta otra vez, — aquí. Pero tu cuello tiene rastros de barba —. Ella frotó su nariz contra su cuello y se rio tontamente.  Sebastián  se sintió completamente perdido. Él se hizo hacia atrás alejándose de sus manos. Ella dio un pequeño quejido e intentó atenuar sus movimientos frenéticos pero estaba duro y dolorido, la deseaba tanto. En aquel momento todo en lo que podía pensar era cuanto quería su boca sobre la suya. Él abrió más su camisa y la retiró torpemente, intentando sacársela.
— Quiero más, Amelia. Quiero sentir tu boca sobre mí.
Finalmente, consiguió sacarse la camisa y la tiró con apuro. Él miró a Amelia  con los  ojos  oscuros  de  deseo, esperando  su siguiente movimiento.
Amelia acarició   con torpeza  su  torso sintiendo  el  vello  negro  de  su pecho  .  Luego golosa lamió  su piel  hasta  encontrar   un pezón  duro por  el frío y el deseo. Él agarró el cubrecama debajo suyo. Ella de forma  inexperta  besó el excitado punto y luego lo tomó en su boca y lo chupó. A pesar de su carencia de maestría.  Sebastián casi se cayó de la cama cuando lo sintió la  caricia. Gimió rindiéndose   ante  su compañera. Él siguió embelesado cuando Amelia se inclinó y siguió en la tarea con toda dedicación. Lamió cada pulgada de su pecho y estómago, su lengua pasó después por las líneas de sus músculos, acariciando  sus costillas. Sus dientes mordieron y su boca chupó cada centímetro  de la  piel  de  Sebastián. Amelia   prestó atención especial a sus pezones.
El pintor,  creyó  que estaba  en el paraíso cuando ella literalmente se le subió encima, sus piernas se sentaron a horcajadas sobre su torso mientras lo lamía. Amelia se sostuvo de su cabello con sus manos, mientras tocaba, chupaba y mordía su pezón izquierdo. Él no podía detener sus manos que intentaron alcanzar sus piernas, recorriéndolas de arriba abajo por los suaves músculos mientras ella lo amaba. Sin pensarlo sus manos tocaron su  espalda  y cubrieron sus caderas, para luego ahuecar, su redondo trasero. Amelia dejó de  acariciarlo. Sebastián pensó  que iba a morir  si  ella  decidía parar.
—Esto  estorba. Deseo probar toda  tu piel.
Sebastián  se puso  de pie  con prisa y  se  quitó  los  zapatos  deportivos  y  el  pantalón   vaquero. Amelia  pensó  que  iba  a gritar  de  deseo  al ver  sus piernas   largas  y torneadas,  pero su atención  estaba    en el boxer  blanco y  lo que  ocultaba.
Sebastián  sonrió  al  verla  tan excitada  se  quitó   toda  la  ropa y la tiró  al piso con apuro. Amelia  solo tenía   ojos  para  el  enorme  miembro  del pintor con  algo  de timidez    se acercó  para  explorarlo .  Era  enorme  oscuro  y lleno   de  venas. Sebastián  volvió    gemir  y  ella  se sintió   fuerte,   decidida  y  sexi. Sin  preguntar  a  su  pareja  tomó   su  vara primero    percibió  su olor  y  saboreo  una  gota  de  semen  preseminal.
—Amelia — gimió   Sebastián.
Ella  metió el  miembro  en su boca  y  lo    lamió lentamente  saboreando cada  minuto.
Sebastián  ya no podía contenerse  más
— Amelia, déjame probarte, — él susurró ronco. — Quiero probarte. —
Sus ojos se abrieron sorprendidos. Él con  ternura    abrió  la  cremallera  del  jean  de la  joven un poco  torpe.  Luego    con parsimonia    la  dejó  desnuda 
Sebastián la miró y se sorprendió al ver que ella solo parecía
algo nerviosa. Amelia  cerró los  ojos  a su escrutinio,  pensando  en cada  una  de sus  imperfecciones. Temiendo  que era muy  flaca  pequeña  y pecosa.
— Abre tus ojos, Amelia. Mírame.
Ella obedeció, sus párpados revolotearon cuando tímidamente encontró sus ojos.
Sebastián observó sus pechos y su aliento se entrecortó en su garganta.
— Eres tan hermosa, Amelia. — Él dejó que sus dedos rozaran ligeramente el redondeado costado de un pecho, más pequeño de lo en un principio había pensado, pero no menos perfecto. Amelia  jadeó con su toque, y él miró, fascinado, como su pezón se fruncía. Sus pezones eran una obra de arte. Un suave marrón, su excitación les había dado un rosado rubor. Sus aréolas eran grandes, cubriendo la casi mitad su pecho. Una constelación de pecas adornaban la cremosa piel que rodeaba esos maravillosos pezones.
— Siempre  me pregunté,  si tendrías pecas sobre tus pechos. Esperaba que las tuvieras, entonces yo podría besar cada una de ellas.


Luego  de decir  eso,  se inclinó  a  devorar la  piel  de  Amelia.  
Él  se  perdió  en  placer   que era  acariciar  por  fin  a Amelia, chupo , mordió   lamió sus senos. Pasó tanto tiempo sobre sus pezones como ella había pasado sobre los suyos y valió la pena cada minuto de ello. Él comprendió en algún punto que Amelia se arqueaba bajo su boca, sus manos apretaban su pelo y pequeños gemidos provenían de su garganta.
Sebastián  siempre  se  creyó  buen  amante,  pero  saber que le  daba  placer  a  Amelia  lo hacía  sentir  invencible   y  completamente  feliz.   
— Amelia — murmuró él, frotando su mejilla contra su pezón duro como un guijarro. — Déjame probar  tu  sabor. Deseo probar  tu  conchita.
Los  ojos de  Amelia  se ensancharon casi imperceptiblemente, sus pupilas se dilataron.   Sebastián  le dio  una  gran sonrisa. Él mordió su oreja y ella se quejó. — Déjame tocarla, Amelia — él exigió.
No le preguntó, estaba listo para tomar. Incluso mientras hablaba, su mano se movía poco a poco, cavando bajo ella para acariciar su muslo suave.
— ¿Estás mojada, Amelia? ¿Sufres por mí? — La cabeza de Amelia temblaba.
— Te  daré  todo el placer que puedas imaginar .
Las   caderas de  Amelia empujaron hacia arriba Sebastián movió su mano hacia el montículo de su sexo y ella gimió, arqueó su espalda mientras sus piernas se sujetaban apretando su mano .
—Estás tan  mojada, Amelia.  Me  pregunto  ¿cuál  será  tu sabor? —. Él movió su mano para extender sus piernas más lejos. Sebastián controló sus dedos a lo largo de sus labios, por los pliegues mojados de su coño. Sebastián tomó ella goteaba, lamió  sus  dedos con  deleite—  Sabes  mejor  que  el chocolate. Él encajó su dedo en su entrada y la sintió ponerse tensa, pero lo empujó lentamente, separando las paredes de su apretada vagina con cuidado. Ella se relajó y se hizo más hacia atrás, respirando de manera irregular. Él trabajó su dedo profundamente, mirando como se mordía su labio inferior. Solo se tomó un segundo para preguntarse si sería dolor o placer lo que hacía esquivar sus caderas, y arquear su cuello.
Definitivamente, era placer. Él retiró su dedo hacia atrás hasta que solo la punta permaneció en ella, luego empujó profundamente otra vez. Amelia se estremeció. Después de varios empujes más, Sebastián introdujo un segundo dedo. Amelia dejó escapar un pequeño sonido de placer.
— Amelia,  ¿dime cómo te sientes? — Sebastián movió  sus dos dedos dentro y fuera aumentando el ritmo. Amelia agarró su muñeca con una mano temblorosa. — Dímelo Amelia, — él le ordenó.
— Sebastián— ella gimió —.   Nunca he sentido nada como esto. ¡Se siente genial!— Amelia se arqueó de modo incontrolable cuando   Sebastián frotó su clítoris con su pulgar mientras le  daba  placer  con sus dedos. Los temblores de Amelia  aumentaron.
— Córrete en mis brazos.
Amelia  se empujó hacia abajo con fuerza sobre él y gritó, apretando su mano. Sebastián  frotaba sus dedos contra ese punto profundo dentro de ella.
Él sacó sus dedos y los llevó profundamente, luego los frotó dentro mientras frotaba su clítoris por fuera.  Amelia  gritó y  movió  sus  caderas   con fuerza  al  sentir    el primer  orgasmo de la mañana El grito de orgasmo fue la cosa más hermosa que  alguna vez Sebastián  había escuchado. Él intentó memorizar cada momento de su clímax, mirar casi todo, el dolor de su rostro cuando ella movió la cabeza gritando de placer, la forma en que su cuerpo se arqueó hacia atrás,  los dedos del pie que cavaron el cubre camas, mientras su mano sostenía su muñeca fuertemente presionada contra su sexo. Él sintió sus paredes vaginales pulsar contra sus dedos, exprimiéndolos, y casi se vino cuando se imaginó haciéndoselo con  su miembro.
Cuando los espasmos disminuyeron Amelia se recostó sobre las almohadas, saciada.  Sebastián  despacio se movió de la cama  Él apoyó su cabeza hacia abajo y la besó tiernamente.
— ¿Por favor, puedo hacerte  el amor ahora, Amelia?

Ella cabeceó, meneando sus caderas un poco bajo él. —Te quiero,Sebastián.
El pintor  fue  en busca  de un condón  luego   ajustó sus caderas, extendiendo sus piernas más amplias. Su enorme y congestionado miembro encontró su deliciosa entrada . Antes de que la penetrara, él frotó la longitud de su erección a lo largo de sus labios mojados, mojándose e incrementando su entusiasmo otra vez. — ¿Me deseas Amelia? — Él susurró, mirándola. — ¿Quieres que mi miembro esté dentro de ti? —  Ella gimió y lamió sus labios, apretando el inferior cuando arqueó su espalda y presionó la cabeza de polla contra su duro y tenso clítoris—. Sebastián gimió con ella. — Dilo, Amelia, — él se apretó contra ella, — ¿Dime sí puedo entrar  en ti?
— Sí, Sebastián, — ella susurró con ese tono que tanto le gustaba, casi sin aliento, — Sí, lo quiero.
Eso fue todo que él necesitó, y retrocedió sus caderas y se empujó con cuidado, la cabeza de su enorme polla violó su entrada y se deslizó casi hasta mitad de camino dentro de ella, en un solo y suave movimiento, lubricado por su propia crema caliente.
—Oh, Dios, oh Dios, —  gemía  Amelia, agarrando su espalda,   mientras  sus uñas cavaban en su piel.
Sebastián  apenas la oyó. Ella estaba tan mojada, apretada y caliente, y él había estado padeciendo en las horas transcurridas. Todo en lo podía pensar era en hundirse en ella. En  estar  tan unidos  que  no  pudieran   saber  dónde   termina el uno  del otro. Pero  sobre todo,  estaba determinado a lograr que Amelia se corriera antes que él  llegara  al clímax.  Sebastián se empujó completamente en ella y tuvo que dejar un momento para respirar profundamente y retirarse del abismo. Amelia  no tenía ni una idea de cuan cerca él estaba, y luego ella se retorció bajo él, sus caderas lucharon contra sus manos, que la agarraban, intentando sostenerla. Amelia  gimió  al llegar  a un nuevo orgasmo.
Él se dejó ir y la embistió con toda su fuerza, enterrando su cara en su cuello mientras iba hacia su final. Amelia  abrigó sus piernas alrededor de su cintura y sus brazos alrededor de su cuello y lo sostuvo tan fuerte que Sebastián no estuvo seguro donde terminaba él, y comenzaba ella.
Ella temblaba  Sebastián pasó una mano con dulzura por sus costados.
Deslizar de su miembro dentro y fuera de ella era una tortura exquisita. Ella era más suave por dentro de lo que alguna vez hubiera sentido antes, suave, apretada, mojada. Amelia parecía pulsar y espesarse alrededor de su miembro hasta que solo pudo sentir su mojado calor, y su corazón golpeando al ritmo de su coño. Estaba apretándose a su espalda con tanta fuerza que sintió que jamás podrían separarse. Cuando sus movimientos comenzaron a ser lentos y demoledores círculos, Amelia  comenzó a gemir.
—Mueve tus piernas más alto sobre mi espalda — Sebastián le ordenó y  Amelia  hizo lo que  él  ordenó. El pequeño ajuste hizo que Sebastián se desplazará más lejos dentro de ella, y él supo el momento exacto en que su polla golpeó su punto dulce. Ella jadeó y sus uñas se incrustaron profundamente en su trasero mientras sus caderas tiraban con fuerza contra él.

— Cristo, Amelia, — él murmuró, a ciegas buscando su boca. Él la encontró y la besó, con besos profundos, mojados, interminables, que ayudaron a concentrar su mente mientras la embestía  como un insensato. Él se retiraba cada vez más lejos, para entrar con un profundo golpe más al fondo, hasta golpear directamente sobre ese punto tan sensible. Él movió sus rodillas hasta que se arrodilló, sus piernas se extendieron amplias, su peso se reforzó sobre sus puños mientras usaba todo su peso y su poder para penetrarla tan duro como podía.  Amelia  lo tomó y pidió por más con cada quejido y gemido y pinchazo de sus uñas sobre su espalda y su culo. Ella comenzó a  gritar   en un tono bajo, como si tarareara un gemido que nunca paró, solo se elevó, y cayó junto con su respiración y el empuje de su miembro en ella.  Sebastián   supo que ella estaba cerca. Él empujó su peso hacia abajo sobre ella otra vez, el cambio del ángulo lo ponía en contacto con su clítoris con cada empuje. Ella comenzó a gritar con suaves y pequeños gruñidos femeninos que volvieron loco mientras se empujaba en ella.
—Córrete, Amelia  — él la impulsó, — Córrete para mí otra vez. Quiero sentir que te vienes sobre mi polla. Córrete ahora, Amy.
Amelia  gritó y la penetró con fuerza, sus caderas encontraban las suyas en un golpe audible de carne sobre la carne unas veces antes de que ella se arqueara y gritara. Su coño lo exprimió con tanta fuerza que Sebastián gritó, y luego sintió la explosión de su orgasmo sobre él, y gritó otra vez en el alivio de su semen siendo liberado profundamente dentro de ella. El sentir que su miembro  y su  vagina palpitaban juntos, mientras los espasmos los montaban, fue tan maravilloso que la visión de Sebastián  se oscureció, y su voz se quebró con sus gritos.
Cuando él pudo moverse otra vez, Sebastián  rodó de Amelia y la tiró contra él. Ella se acurrucó en su calor y se abrigó ella misma alrededor de él sin inhibiciones. Antes de que él pudiera hablar, él oyó su respiración hacerse más profundo y un pequeño ronquido. Él la abrazó cerca y  la protegió  con sus  brazos  y su cuerpo desnudo. Tenía  muchas cosas en su mente,  pero lo único que  se le ocurrió fue   dormir  junto  a ella. .


Espero que les  haya  gustado y perdone lo largo del capítulo.  Les deseo un  genial fin de semana.



18 comentarios:

Nena Kosta dijo...

¡Por fin se dio el encuentro que tanto esperaban y deseaban! Empezaron muy tímidos, pero se fue animando la cosa. Ha pasado de asignatura pendiente a asignatura aprobada (la nota la pondrán ellos)
Un capítulo intenso, como no puede ser de otra forma cuando se unen amor y sexo.

Un beso, guapa, que te mejores y pases un buen finde.

Mela dijo...

Hola, JP... Bueno, pues está muy claro que lo que tenía que pasar... ya pasó ;-)
Ha sido un capítulo con mucha pasión, con mucho fuego... con un fuego que no hay bombero que sepa apagar ;-)
Yo creo que a Amelia le ha ayudado a perder el miedo que Sebastián le haya dicho que es hermosa por dentro y por fuera
Amelia sabe a café y a menta... Sebastián sabe a salado con algo de picante
Y creo que a Sebastián le han gustado bastante las pecas de Amelia
Un capítulo muy apasionado
Espero que el finde te ayude a encontrarte mejor... Cuídate mucho
Besos

Violeta dijo...

Hola mi niña, ya sabes que tengo pendiente leerla desde el principio, pero te dejo un saludo y espero que tengas un magnifico fin de semana, cuídate preciosa! Besotes!

Carolina G. Ticala dijo...

Muy bonito!!!un saludo!!!

Fantasía y realidad dijo...

Hola Citu,siempre me ha gustado tu forma de describir el Amor cuando éste está colmado de pasión.Bueno,, ahora a esperar ese otro capitulo niña que estoy segura será igual de emocionante que este:):)
Muchos besos y cuídate mucho ok??no quiero que estés malita:)

José Ramón dijo...

Que te mejores Feliz Fin de Semana Rafa Saludos

José Ramón dijo...

Que te mejores Feliz Fin de Semana Saludos

JUAN FUENTES dijo...

La sexualidad,el poder y las religiones,son tres factores que nos hacen soñar

Laura dijo...

Estuvo muy bueno el capitulo, no me molesta que sea largo, mas bien es mejor jeje, awww que tierno fue Sebastian con Amelia muy lindo que demostraran su amor así y que los 2 se aman, muy lindo todo lo que paso, gracias!!

Mi tarde junto a un libro dijo...

Un día más, me ha encantado el capítulo y para mi, cuanto más largo mejor, jejeje. Espero que te mejores pronto :)
Besos!

Unknown dijo...

Hola mi loquera! XD

oooohhh ya llegamos hasta este punto(?) O.O woooow parecia que no iba a pasar XD que puedo decir mmmm XD interesante jajajaj

Mirian Cartagena dijo...

Al fin se dio el maravilloso encuentro, todo con una sutileza de gran erotismo y a la vez con mucha pasión. Es una linda pareja se aman mucho.
Espero te mejores y cuídate mucho.
Un fuerte abrazo.

Genesis Garcia dijo...

HOLAAAAAAAAAAAAA
OMG ¡Por fin!
UN CAPITULO DE MUERTE LENTA

Lourdes dijo...

¡Hola amiga mía! Que decirte.... excelente como todos tus capis. Tu relato de erotismo es impecable. Te aplaudo de pie. Me encantó la escena sobre todo porque no has dejado el amor de lado. Eres genial nena. Gracias por regalarnos ese don que tienes. Un beso grande y por favor mejórate y cuídate.

LOBEZNA dijo...

Al final, aunque se tenga que esperar...... todo llega. Un abrazo.

Un mundo llamado May dijo...

Menudo encuentro tan fantástico. tu cuidate!!!

Ariel - El Vikingo Dark dijo...

Hola Citu, buenas tardes...
dices que fue largo el capítulo? naaaaaaaaa no me pareció jajaja
Madre mia, aqui está haciendo 36 grados a la sombra... pero despues de leerte creo que ha aumentado un poquito más =)

Muy muy muy bueno...

Te deseo una linda semana
un beso

Sunako Chan dijo...

OMG! Hola Citu!
Y yo en estado de shock, por fin, Sebastina y Amelia, ¿y que decías de que el capítulo es largo? Pues a mí no me lo pareció. Ha sido muy bonito, dulce y pasional. Que lindos los dos. Me alegro poder leerte, después de un finde complicado. Empiezo la mañana con buena lectura. Un beso y te leo en siete días! XD