Hola, ¿cómo les va? hoy es traigo un capítulo subido de tono , algo dulce y un poquitin largo.Van a ver como la relación de Amelia y Sebastián sigue creciendo.
—¿Por qué estabas triste?
Sebastián se encogió de hombros, sin querer responder. Amelia no dijo nada ni siquiera lo miró solo lo abrazó en silencio. Luego de varios minutos en lo que Sebastián creyó que era como si una vida entera transcurrió. Dijo en tono indiferente —. Por fin, mi padre me llamó a informarme el paradero de mi madre.
Amelia dejó sus brazos y se incorporó un poco para mirar a Sebastián. —¿ Te indicó en qué hospital está tu madre?
— No, pero mañana me lo dará.
—¿Quieres que te acompañe a verlo?
— No, es algo que debo hacer solo.
Amelia asintió.
—¿ Estas molesta?
— No, entiendo . Hay cosas que debes hacer solo, pero si me necesitas sabes dónde encontrarme.
Sebastián tocó los labios de Amelia con los suyos —. Lo sé, eres la luz que me ilumina.
La boca de Amelia se abrió y le dio un beso largo y dulce, en respuesta al deseo que despertaba su sabor, la presión de sus labios, la humedad ligeramente áspera de su lengua contra la de ella. La necesidad era mutua y este toque, era un preludio. Ella conocía su cuerpo más íntimamente ahora, sabía qué respuesta iba a obtener cuando lo besara en la boca, en el cuello, detrás de la oreja. Probó este conocimiento al hacer las cosas que le daban placer ambos: Sus uñas arañando ligeramente su pecho, la caricia de su mano por la cara interna de su muslo, su boca deslizándose sobre su abdomen tenso. Acarició su espalda, sintió las protuberancias estrechas de su carne, donde sus heridas habían cicatrizado. Puso su boca sobre su corazón, donde una herida reciente a estaba empezando a cerrarse.
Sebastián se quedó mirando el techo, con los ojos secos, y sintió algo en su interior ante la suavidad del tacto de Amelia . Su corazón, su voluntad y su alma le pertenecían a ella. Por primera vez en su vida no se sentía solo o fuera de lugar. Acarició el sedoso cabello negro de Amelia y masajeo la parte posterior de su cuello. Sebastián le indicó a su pareja que lo montara. Amelia sonriendo, se levantó y lo beso con ternura que luego de unos minutos dio paso a la pasión.
Una semana después
Sebastián estaba revisando el comprobante de pago antes de dar la tarjeta de crédito a Carlos. Su amigo , espero que la esposa del dueño del restaurante se fuera lejos para hablar.
— ¿Cuándo me presentas Elena?
—¿Elena?
Carlos miró por los alrededores antes de responder —. La amiga de tu novia Ana Luisa.
— Su nombre es Amelia — dijo fastidiado Sebastián mientras le entregaba la tarjeta de crédito.
Carlos no se dio por ofendido por la aclaración.
— Me vas a presentar Elizabeth.
—El nombre de la amiga de Amelia es Heli. No entiendo como teniendo tanta novias, esposa y amigas especiales no te confundes con sus nombres.
Carlos puso la tarjeta de crédito del cliente en una bandeja de plata. —Tengo una agenda en donde pongo los nombres de mis chicas, sus fotos , teléfonos, datos personales, estrellas y esas cosas.
— ¿Estrellas?
— Su desempeño, en el amor...
Carlos dejó de hablar al ver a la dueña del restaurante acercándose a ellos. Marian fingió no darse cuenta que Carlos estaba sin cumplor con su trabajo. Todavía no era la hora pico y no había mucho movimiento en ese momento. Miró a Sebastián que le sonrió con aire de inocencia.
— ¿Hay reservaciones?
— No ha llamado nadie, parece que el día está algo flojo.
Marian asintió y se fue a la cocina.
Sebastián aburrido se acomodó en la silla, cuando sintió que su celular vibraba. Lo tomó revisando que Marian o algún cliente lo encontrará infraganti. Esperaba que fuera Amelia o doña Caridad, pero el número era desconocido. Algo intrigado atendió el teléfono, para comprobar quién era.
— Buenas tardes.
Una voz desconocida y altanera de una mujer le respondió —. Es el señor Sebastián Contreras.
— Sí, ¿qué desea?
—Le llamo de parte del Ingeniero César Contreras, él desea preguntarle ¿ si podría reunirse en su empresa a las 9 de la mañana?
Sebastián frunció el ceño, no deseaba volver a ver a su padre. Sin embargo, no le queda más remedio.
—¿Puede ser a las diez de la mañana?
—Espere, voy a preguntar al ingeniero.
— A las diez y media.
—Por mí está bien.
La mujer colgó sin decir nada más. Sebastián sintió un dolor en todo el cuerpo y una sensación de desasosiego que le arruinó el día.
Eran casi las 7 cuando salió de su trabajo, Amelia lo esperaba para ir al doctor a que le revise pierna y su cicatrización. Se despidio de Carlos y sus compañeros de trabajo, luego fue hacia Amelia que lo esperaba con una sonrisa.
Amelia miró la expresión ausente de Sebastián, aunque no sabía que decirle mientras tomaban un taxi e iban al médico. Ninguno habló mientras viajaban hacia el norte de la ciudad. Mientras Amelia veía a la ventana pensó que tal vez, Sebastián sólo estuviera algo adolorido.
Sebastián agradeció el silencio de Amelia y sobre todo su compresión. Por suerte no les tocó esperar mucho al ser último turno. El médico revisó y le pidió se haga unos rayos x par ver como estaba reaccionado la pierna. Salieron a eso de las ocho, Sebastián quiso irse solo a casa. Sin embargo, Amelia no lo dejó resignado dejó que lo acompañe a su humilde y pequeño apartamento. Tenía miedo que pensara que era muy poca cosa . Él tenía una suite con una sola habitación y una pequeña cocina y baño. Todo estaba relativamente limpio a pesar de que él había estado enfermo. Él abrió la puerta, ella no dijo nada, ni su expresión parecía juzgar su pobreza. Sebastián se recostó contra el marco de la puerta.
—Pareces algo cansado.
— Un poco , solo estoy algo triste.
Amelia preguntó por qué se sentía así solo lo besó arrinconándolo a la puerta. Las manos y boca de Amelia no dejaban pensar a Sebastián.
El pintor con dificultad y sin dejar de besar a su amante empujó la puerta para cerrarla de un portazo. De milagro no se cayó al tirar su muleta. Al ver el rostro de Amelia y su propia torpeza ambos se rieron, para Sebastián fue como un bálsamo por las heridas que su padre siempre le profería consciente o no . Aún estaban juntos parados al lado de la puerta del departamento.
Los ojos de Amelia estaban más oscuros de lo normal, la risa pasó al deseo en cuestión de minutos. Amelia volvió a empujar a Sebastián hacia la puerta y empezó a quitarle camisa. Sebastián agradeció que ella llevaba una falda corta azul que levantó mientras le quitaba la ropa interior. Amelia protestó con un gemido que silencio la boca de Sebastián.
Ella le quitó el pantalón y los calzoncillos. mientras aún empujaba a Sebastián contra la pared.
—Deberíamos irnos a mi habitación.
—Está muy lejos.
Sebastián se rio por la inminente mentira. Su miembro estaba erecto y su alma tenía el deseo imperioso de borrar todo dolor y angustia con el cuerpo de ella.
Era la primera vez que Amelia tomaba la iniciativa en parte lo hizo para borrar la tristeza del semblante de su pareja. Por otra parte extraño sentir los besos de Sebastián sobre su piel , la suavidad de sus caricias y la forma intensa en la que latía su corazón cuando se convertían en uno solo.
Sebastián dejó de besar a Amelia en la boca para pasar a darle pequeños besos alrededor de su cuello mientras sus manos apretaban el pecho de Amelia por encima de su camisa negra. Él deseaba enterrarse dentro de ella para que todo pudiera tener sentido. Quiso agacharse para tomar un condón y casi pierde el equilibrio.
—Uy, ¿qué pasa?
—Condones, están en mi bolsillo izquierdo.
Amelia se agachó dejando a Sebastián semidesnudo apoyándose en la puerta. Ella sin que él se lo dijera se lo puso. El pintor pensó que era lo más erótico y sorprendente que le pasó en la vida . Todo idea cesó de su mente cuando Amelia le puso el condón con boca engullendo su carne y preparándolo para amarla.
Cuando ella se incorporó Sebastián empujó a Amelia contra la pared y la penetro de una embestida . Amelia gimió mientras se acoplaban furiosamente y en forma desesperada como si no hubiera un mañana. Solo estaban los dos en la oscuridad.
Amelia resopló mientras su cabeza reposaba en el hombro de Sebastián . Él se apoyaba en la puerta con algo de dificultad.
—Vamos a sentarnos.
—Cuando pueda moverme — respondió Amelia aún agitada.
Pasaron unos minutos antes de que los dos pudieran moverse. Tuvieron dificultad con la ropa que estaba debajo de sus piernas. Amelia se acomodó la falda dejando su ropa interior en el suelo fue más difícil para Sebastián. Su pareja lo ayudó a desvestirse, quitarse y deshacerse del condón para que pudiera ir a la cama. Se sentaron juntos Amelia sonrió al ver la pinta de Sebastián
— Estás muy gracioso
Sebastián se estiró y acomodo en la cama.
—Cierto, debería desnudarme .
Amelia se sonrojó.
—Hace rato, no tenías tanta modestia.
—Eso fue hace tanto.
A Sebastián le hacía gracia que ella aún se sintiera cohibida en su presencia, pero bastaba una simple caricia para que ella perdiera la vergüenza y se dejará llevar por la pasión. Para probar su punto beso a Amelia con dulzura.
—Ven metete debajo las cobijas.
—Solo si lo haces tú.
Ambos se acostaron en la cama a oscuras. Amelia se desnudo cerrando los ojos con un poco de vergüenza, luego se acurrucó en los brazos de Sebastián . Pasaron unos minutos y el pintor pensó que ella estaba dormida, pero no era así.—¿Por qué estabas triste?
Sebastián se encogió de hombros, sin querer responder. Amelia no dijo nada ni siquiera lo miró solo lo abrazó en silencio. Luego de varios minutos en lo que Sebastián creyó que era como si una vida entera transcurrió. Dijo en tono indiferente —. Por fin, mi padre me llamó a informarme el paradero de mi madre.
Amelia dejó sus brazos y se incorporó un poco para mirar a Sebastián. —¿ Te indicó en qué hospital está tu madre?
— No, pero mañana me lo dará.
—¿Quieres que te acompañe a verlo?
— No, es algo que debo hacer solo.
Amelia asintió.
—¿ Estas molesta?
— No, entiendo . Hay cosas que debes hacer solo, pero si me necesitas sabes dónde encontrarme.
Sebastián tocó los labios de Amelia con los suyos —. Lo sé, eres la luz que me ilumina.
La boca de Amelia se abrió y le dio un beso largo y dulce, en respuesta al deseo que despertaba su sabor, la presión de sus labios, la humedad ligeramente áspera de su lengua contra la de ella. La necesidad era mutua y este toque, era un preludio. Ella conocía su cuerpo más íntimamente ahora, sabía qué respuesta iba a obtener cuando lo besara en la boca, en el cuello, detrás de la oreja. Probó este conocimiento al hacer las cosas que le daban placer ambos: Sus uñas arañando ligeramente su pecho, la caricia de su mano por la cara interna de su muslo, su boca deslizándose sobre su abdomen tenso. Acarició su espalda, sintió las protuberancias estrechas de su carne, donde sus heridas habían cicatrizado. Puso su boca sobre su corazón, donde una herida reciente a estaba empezando a cerrarse.
Sebastián se quedó mirando el techo, con los ojos secos, y sintió algo en su interior ante la suavidad del tacto de Amelia . Su corazón, su voluntad y su alma le pertenecían a ella. Por primera vez en su vida no se sentía solo o fuera de lugar. Acarició el sedoso cabello negro de Amelia y masajeo la parte posterior de su cuello. Sebastián le indicó a su pareja que lo montara. Amelia sonriendo, se levantó y lo beso con ternura que luego de unos minutos dio paso a la pasión.
La almohada de debajo de la cabeza de Sebastián fue echada a un lado mientras ella se acostaba sobre su estómago cuidando de no maltratar la pierna de Sebastián . Apoyó la mejilla en la parte posterior de sus manos y cerró los ojos, más consciente de él, de su poder. Sebastián lentamente, acarició y besó su cuerpo. Para Amelia anticipar su toque era tan excitante que hubo poca diferencia en el momento en que en verdad la tocó sin prisas disfrutando de cada caricia.
Los dedos de Amelia se cerraron en puños mientras le levantaba las caderas. Lo sintió moverse detrás, masajeando la redondez de su trasero, sus manos se deslizaron sobre sus muslos. Ella se mordió el labio. La previsión de ese contacto era casi demasiado excitante, casi doloroso de esperar, sin embargo, fue explosivo en el momento en que la penetró. Su lento, y feroz control fue su perdición. Ella empujó bruscamente y tomó todo de él, luego lo mantuvo exactamente al ritmo que una vez la había animado a llevar. Se inclinó sobre su oreja, le besó la parte de atrás de su cuello, y le susurró al oído — te amo. Luego Amelia gimió por el placer que su pareja le daba en cada estocada.
Sebastián se echó hacia atrás, apurando el ritmo que había comenzado. Su mano cayó sobre la parte baja de su espalda. La sintió temblar cuando su pulgar rozó la base de su espina dorsal. Sus dedos le recorrieron la cadera, luego se deslizaron debajo de ella, entre sus muslos entreabiertos.
Amelia aspiró una bocanada de aire y la sostuvo. El delicioso calor que le proporcionaba esa mano la mantuvo inmóvil. Oyó a Sebastián decirle —. Amelia respira —. Ella lo hizo, a través de un pequeño gemido que cortó el aire.
El estremecimiento que comenzó a subir en espiral por su sangre explotó en millones de luminosas estrellas y al mismo tiempo sintió temblor que sacudía a Sebastián mientras gritaba su nombre. Pero lo mejor llegó después cuando sintió como la abraza con dulzura para colocarla junto a su corazón, apretadamente hasta que su respiración se calmó. Se quedaron dormidos en una maraña de sábanas y mantas, con la cabeza apoyada en su hombro y su mano cubriendo su pecho, su boca descansando suavemente contra su pelo y su rodilla metida entre las suyas.
Algún tiempo después, llegaron a un estado de somnolencia en la que sin despertar del todo hicieron el amor de nuevo.
Espero que les haya gustado , les deseo un buen fin de semana
Espero que les haya gustado , les deseo un buen fin de semana
Alexander
ResponderBorrarDisfrutando de sus letras es un placer pasar por su blog Saludos
Nunca había leido un relato tuyo y tengo que decirte que lo haces muy bien y sabes mantener a la gente enganchada a la lectura.
ResponderBorrarUn fuerte abrazo
Hola, JP... Hoy no sé qué me pasa pero tengo la risa fácil
ResponderBorrarYa me he reído con Carlos y su confusión con el nombre de Amelia
Luego me he carcajeado cuando he leído que la penetró de una embestida y que había placer en cada estocada... jajaja
Y me ha encantado cuando dices "El estremecimiento que comenzó a subir en espiral por su sangre explotó en millones de luminosas estrellas"
Entiendo que Sebastián pueda temer que a Amelia no le guste su apartamento... pero creo que ya se está dando cuenta de que Amelia lo quiere y punto final
Bueno, aunque a lo mejor no es tan sencillo ponerle punto final a un temor
Ya veremos si Sebastián consigue ver a su madre, y deja de ejercer tan mala influencia su padre sobre él
He pasado un rato muy entretenida, lo he disfrutado... Gracias
Feliz finde... y besos
Hola JP!!
ResponderBorrarSebastián y Amelia estrechan cada vez más sus lazos. Sebastián continúa mohíno por culpa de su padre y yo espero que éste se arranque de una buena vez y le conduzca hasta su madre. Es comprensible que S. prefiera reunirse con él a solas, no debe ser plato de gusto presentar como padre a su novia a un hombre tan repulsivo. Aunque todo a su tiempo.
La relación entre Sebastián y Amelia es muy erótica, andan a medias entre el pudor y el desenfreno ;)
No me ha parecido un capítulo largo, he pasado un buen rato.
Un beso y que disfrutes del finde.
Vaya que capitulo mas hot, este par se aman mucho no hay duda de eso, me alegro que las cosas están bien y que sigan así, ahora veremos como le va a Sebastian en la visita que le va hacer a su padre, ojala que le diga donde esta su mamá, gracias por el capitulo, muy bueno estuvo, saludos!
ResponderBorrarAmiga escritora,despues de leer ese capitulo,mi imaginación hace que mis pensamientos vuelen mucho mas alto
ResponderBorrarHola Judith! Espero que estés bien. Por fin, un respiro para poder leer y casi se me para el corazón. Son muy lindos los dos. Sigo diciendo que César me cae de la patada. Espero leerte dentro de siete días.Buen fin de semana. Un besote!
ResponderBorrarLa parte erótica ha estado divertida ejej y sobre todo lo del final, jajaja repetir.
ResponderBorrarBuen capitulo.
Besotessssssssssssss
Muy apasionado capítulo, ojala esa pasión les durará a las parejas para siempre, escribes muy bien amiga sabes muy bien cómo mantener la atención del lector, buen capitulo.
ResponderBorrarAbrazos feliz fin de semana.
Hola Citu, buenas tardes,
ResponderBorrar"Amelia le puso el condón con la boca engullendo su carne" ufffffffff
quien se sonroaja ahora?
madre mia!!! =)
Te deseo un excelente fin de semana
un beso grande
Holaaaa LO HACEEEES EXCELENTE!
ResponderBorrarAme el rumbo de este capi
Hola! Muy buen capítulo, me ha encantado, escena subida de tono incluida, jejeje. Ayys que llegue ya el siguiente capítulo ;)
ResponderBorrarBesos!
Un capítulo muy erótico y artístico muy bien narrado. Engancha al lector. Veamos que pasa con esta pareja en los siguientes capítulos.
ResponderBorrarSaludos.
¡Bendito, amiga! Este capítulo es pura candela, inquietantemente apasionado. Me gustó mucho la forma de tu narración en las escenas de amor. Pobres chicos que descansen, mañana será otro día. Menos mal que Amelia le ayuda muy bien con relajar su estresante vida. Te envió un abrazo y que tengas un feliz jueves
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