viernes, 19 de febrero de 2016

Ilumina mi corazón. Capítulo 21

Hola, ¿cómo les va? hoy es traigo un capítulo subido  de tono ,   algo  dulce y   un poquitin largo.Van a ver  como la  relación de  Amelia  y  Sebastián  sigue  creciendo.


Capítulo  21


Una  semana   después
Sebastián  estaba revisando el comprobante de pago antes  de   dar la tarjeta  de  crédito  a  Carlos.  Su  amigo ,  espero que  la  esposa del dueño del restaurante   se  fuera lejos  para hablar.
— ¿Cuándo  me presentas   Elena?
—¿Elena?
Carlos  miró   por los  alrededores  antes  de  responder —. La amiga  de  tu novia  Ana Luisa.  
— Su nombre  es   Amelia — dijo  fastidiado  Sebastián   mientras  le entregaba la  tarjeta  de  crédito.
Carlos no  se  dio por  ofendido por la aclaración.  
—  Me  vas a  presentar  Elizabeth.
—El nombre  de la  amiga  de  Amelia  es  Heli.  No entiendo  como   teniendo   tanta  novias,  esposa  y   amigas  especiales   no   te confundes  con sus nombres.
Carlos  puso  la  tarjeta de  crédito del cliente    en una  bandeja  de plata.  —Tengo una agenda  en donde  pongo    los nombres    de    mis chicas,  sus fotos ,  teléfonos, datos personales,   estrellas  y esas  cosas.
— ¿Estrellas?
— Su  desempeño,  en el amor...
Carlos dejó  de  hablar  al  ver  a   la dueña  del restaurante  acercándose   a  ellos. Marian  fingió no  darse cuenta  que Carlos  estaba sin cumplor con su trabajo.   Todavía no  era  la hora pico  y   no había mucho movimiento en ese momento.  Miró  a Sebastián  que  le  sonrió con aire  de inocencia.
— ¿Hay  reservaciones?
— No  ha llamado  nadie, parece  que   el día está algo  flojo.
Marian  asintió  y   se  fue a la cocina.
Sebastián aburrido se  acomodó  en  la  silla, cuando sintió  que  su celular  vibraba.   Lo tomó  revisando  que  Marian o  algún cliente  lo encontrará  infraganti.  Esperaba que fuera  Amelia  o  doña  Caridad,  pero     el  número era    desconocido. Algo intrigado atendió el teléfono, para comprobar quién era.
— Buenas tardes.
Una voz  desconocida  y altanera de una mujer le  respondió —.  Es  el señor Sebastián  Contreras.
— Sí,  ¿qué desea?
—Le llamo de parte  del  Ingeniero  César  Contreras,  él desea   preguntarle ¿ si podría  reunirse en su empresa  a  las  9  de  la mañana?
Sebastián frunció el  ceño, no deseaba volver a ver   a su padre.  Sin embargo,  no le queda  más  remedio.
—¿Puede ser a las  diez de la mañana?
—Espere,  voy a preguntar al ingeniero.
— A las  diez  y media.
—Por mí está  bien. 
La  mujer  colgó  sin decir nada más.  Sebastián  sintió un dolor  en todo el cuerpo y una  sensación  de  desasosiego que le  arruinó el día.
Eran   casi  las   7  cuando  salió  de su trabajo, Amelia lo esperaba    para  ir   al doctor  a  que le  revise  pierna y  su cicatrización.  Se despidio de Carlos y sus compañeros de trabajo, luego fue hacia Amelia que lo esperaba con una sonrisa.


Amelia  miró la expresión  ausente  de  Sebastián,  aunque no  sabía que decirle   mientras  tomaban  un taxi  e  iban   al médico.  Ninguno  habló mientras  viajaban   hacia  el norte   de  la  ciudad.  Mientras  Amelia  veía    a  la ventana   pensó  que tal vez,  Sebastián  sólo estuviera algo adolorido. 
 Sebastián  agradeció el silencio  de  Amelia  y  sobre todo su  compresión.  Por  suerte  no les tocó esperar  mucho  al  ser  último turno. El médico revisó y le pidió  se haga  unos  rayos  x    par  ver  como estaba reaccionado la pierna. Salieron  a  eso  de las  ocho,  Sebastián  quiso irse  solo  a  casa. Sin embargo,  Amelia no lo dejó  resignado  dejó que lo acompañe   a su  humilde y pequeño apartamento.  Tenía miedo que  pensara  que era muy poca  cosa . Él  tenía  una suite  con una sola  habitación   y una  pequeña  cocina  y baño.   Todo  estaba  relativamente  limpio  a pesar  de que él   había  estado enfermo. Él  abrió   la  puerta,  ella no dijo nada,  ni  su expresión  parecía  juzgar  su  pobreza. Sebastián  se recostó  contra  el marco  de la puerta.
—Pareces algo  cansado.
— Un poco , solo  estoy  algo triste.
Amelia preguntó   por qué  se sentía  así  solo lo besó  arrinconándolo  a  la  puerta.  Las  manos  y boca   de  Amelia  no  dejaban pensar  a  Sebastián.
El pintor  con  dificultad y sin  dejar  de  besar   a su  amante    empujó  la puerta   para  cerrarla  de un portazo.  De  milagro  no se  cayó al  tirar  su muleta.  Al  ver  el rostro  de  Amelia   y  su propia  torpeza  ambos  se  rieron,  para  Sebastián  fue  como un bálsamo  por las heridas   que su padre siempre  le profería consciente o no .  Aún  estaban  juntos  parados   al lado  de la puerta  del  departamento.


Los  ojos  de  Amelia  estaban  más oscuros  de lo normal,  la  risa  pasó    al  deseo  en  cuestión  de minutos.   Amelia  volvió  a  empujar   a  Sebastián hacia  la puerta  y  empezó   a quitarle   camisa.  Sebastián  agradeció  que  ella  llevaba  una  falda  corta    azul     que  levantó mientras  le quitaba  la ropa interior.  Amelia protestó  con un gemido que  silencio  la  boca  de  Sebastián.
Ella  le  quitó  el pantalón  y los  calzoncillos.  mientras  aún  empujaba a  Sebastián  contra  la pared.       
—Deberíamos irnos   a mi habitación.
—Está  muy lejos.
Sebastián  se  rio  por   la  inminente  mentira. Su miembro estaba erecto  y  su  alma  tenía     el deseo  imperioso  de   borrar  todo  dolor  y angustia  con  el  cuerpo  de ella.  
Era  la  primera  vez  que Amelia tomaba  la iniciativa  en  parte lo hizo para  borrar  la tristeza  del  semblante  de su pareja. Por otra  parte  extraño   sentir    los  besos  de Sebastián sobre  su piel , la suavidad  de sus  caricias    y  la  forma intensa en la  que  latía  su  corazón    cuando se convertían  en   uno  solo.   
Sebastián  dejó  de  besar   a  Amelia  en la  boca para  pasar  a   darle pequeños  besos  alrededor  de  su  cuello mientras  sus  manos   apretaban  el  pecho  de  Amelia por  encima  de  su camisa negra.  Él  deseaba  enterrarse  dentro  de  ella  para que todo pudiera  tener  sentido.  Quiso agacharse para  tomar   un  condón  y  casi  pierde  el equilibrio.
—Uy, ¿qué  pasa?
—Condones,  están en mi  bolsillo   izquierdo.
Amelia   se agachó  dejando   a  Sebastián  semidesnudo apoyándose   en  la  puerta.  Ella  sin  que  él se  lo dijera  se  lo puso.  El pintor  pensó que era  lo más   erótico  y sorprendente  que  le  pasó en la  vida .   Todo  idea  cesó de  su  mente   cuando  Amelia  le puso  el condón con  boca  engullendo  su   carne   y  preparándolo  para  amarla. 


Cuando   ella  se  incorporó Sebastián  empujó  a  Amelia  contra   la pared y  la penetro  de  una  embestida .  Amelia  gimió  mientras   se  acoplaban furiosamente  y en  forma  desesperada  como  si  no  hubiera  un mañana.  Solo   estaban los  dos  en  la oscuridad.

Amelia  resopló  mientras  su  cabeza  reposaba  en  el hombro  de  Sebastián .  Él  se apoyaba  en  la puerta  con algo  de  dificultad.
—Vamos   a  sentarnos.
—Cuando pueda moverme —  respondió  Amelia   aún agitada.
Pasaron unos  minutos  antes  de  que los  dos  pudieran  moverse.  Tuvieron  dificultad  con   la  ropa  que estaba   debajo  de  sus piernas. Amelia   se acomodó la  falda  dejando  su  ropa interior  en  el suelo   fue  más  difícil  para  Sebastián.  Su  pareja  lo ayudó   a  desvestirse,  quitarse  y  deshacerse del  condón   para  que  pudiera  ir    a  la  cama. Se  sentaron  juntos  Amelia   sonrió  al  ver la pinta   de  Sebastián  
— Estás  muy gracioso
Sebastián  se  estiró   y  acomodo en   la  cama.  
—Cierto,  debería  desnudarme .
Amelia  se   sonrojó.
—Hace  rato, no  tenías tanta  modestia.
—Eso  fue  hace  tanto.
A Sebastián le hacía  gracia  que  ella  aún se sintiera   cohibida  en su presencia, pero  bastaba  una simple  caricia  para  que ella perdiera la   vergüenza  y  se dejará llevar por la pasión.  Para  probar  su punto  beso  a Amelia  con  dulzura.
—Ven metete  debajo  las  cobijas.
—Solo  si lo haces  tú.
Ambos  se  acostaron  en la  cama  a  oscuras.  Amelia   se desnudo cerrando los ojos con un poco de vergüenza, luego se acurrucó  en los  brazos  de  Sebastián  . Pasaron unos minutos y el pintor pensó que  ella   estaba  dormida,   pero no  era  así.
—¿Por qué  estabas  triste?
Sebastián  se encogió de hombros,  sin querer  responder. Amelia   no  dijo nada  ni  siquiera  lo miró   solo lo abrazó  en  silencio.   Luego  de   varios  minutos  en lo que  Sebastián  creyó  que  era   como si una vida entera  transcurrió.  Dijo en tono indiferente  —. Por fin, mi padre me llamó a informarme el paradero de mi madre.
Amelia  dejó  sus  brazos  y  se incorporó un poco  para  mirar  a  Sebastián.     —¿ Te  indicó en qué hospital  está  tu madre?
— No,  pero  mañana  me  lo  dará.
—¿Quieres  que  te  acompañe  a  verlo?
— No,  es  algo  que  debo  hacer solo.
Amelia    asintió.
—¿ Estas  molesta?
— No,   entiendo  .  Hay cosas  que  debes  hacer  solo, pero  si me  necesitas  sabes  dónde encontrarme.
Sebastián  tocó los labios  de  Amelia   con los suyos  —.  Lo sé,  eres    la  luz  que me ilumina.  
La boca de Amelia  se abrió y le dio un beso largo y dulce, en respuesta al deseo que despertaba su sabor, la presión de sus labios, la humedad ligeramente áspera de su lengua contra la de ella. La necesidad era mutua y este toque,  era  un preludio. Ella conocía su cuerpo más íntimamente ahora, sabía qué respuesta iba a obtener cuando lo besara en la boca, en el cuello, detrás de la oreja. Probó este conocimiento al hacer las cosas que le daban placer ambos: Sus uñas arañando ligeramente su pecho, la caricia de su mano por la cara interna de su muslo, su boca deslizándose sobre su abdomen tenso. Acarició su espalda, sintió las protuberancias estrechas de su carne, donde sus heridas habían cicatrizado. Puso su boca sobre su corazón, donde una herida reciente a estaba empezando a cerrarse.
Sebastián se quedó mirando el techo, con los ojos secos, y sintió algo en su interior ante la suavidad del tacto de Amelia . Su corazón,  su voluntad y  su alma le pertenecían  a  ella.  Por  primera  vez  en su vida no se sentía  solo o fuera  de lugar.   Acarició el  sedoso   cabello negro  de  Amelia y masajeo la parte posterior de su cuello.  Sebastián  le indicó a   su pareja que   lo montara.  Amelia   sonriendo, se levantó  y lo  beso con ternura  que   luego  de unos  minutos dio paso a la pasión.
La almohada de debajo de la cabeza de  Sebastián fue echada a un lado mientras ella se acostaba sobre su estómago   cuidando  de no    maltratar   la pierna  de  Sebastián . Apoyó la mejilla en la parte posterior de sus manos y cerró los ojos, más consciente de él, de su poder. Sebastián  lentamente, acarició  y  besó  su cuerpo.  Para  Amelia  anticipar su toque era tan excitante que hubo poca diferencia en el momento en que en verdad la tocó  sin  prisas  disfrutando  de  cada  caricia.
Los dedos de Amelia  se cerraron en puños mientras le levantaba las caderas. Lo sintió moverse detrás, masajeando la redondez de su trasero, sus manos se deslizaron sobre sus muslos. Ella se mordió el labio. La previsión de ese contacto era casi demasiado excitante, casi doloroso de esperar, sin embargo, fue explosivo en el momento en que la penetró. Su lento, y feroz control fue su perdición. Ella empujó bruscamente y tomó todo de él, luego lo mantuvo exactamente al ritmo que una vez la había animado a llevar. Se inclinó sobre su oreja, le besó la parte de atrás de su cuello, y le susurró al oído — te amo.   Luego  Amelia  gimió por  el placer  que  su pareja  le  daba  en  cada  estocada.
Sebastián se echó hacia atrás, apurando el ritmo que había comenzado. Su mano cayó sobre la parte baja de su espalda. La sintió temblar cuando su pulgar rozó la base de su espina dorsal. Sus dedos le recorrieron la cadera, luego se deslizaron debajo de ella, entre sus muslos entreabiertos.
Amelia  aspiró una bocanada de aire y la sostuvo. El delicioso calor que le proporcionaba esa mano la mantuvo inmóvil.  Oyó a Sebastián decirle —.  Amelia  respira  —. Ella lo hizo, a través de un pequeño gemido que cortó el aire.
El estremecimiento que comenzó a subir en espiral por su sangre explotó en millones de luminosas estrellas y al mismo tiempo sintió temblor que sacudía a Sebastián mientras  gritaba su  nombre. Pero lo mejor  llegó después  cuando  sintió    como la  abraza con dulzura  para colocarla   junto a su corazón, apretadamente hasta que su respiración se calmó. Se quedaron dormidos en una maraña de sábanas y mantas, con la cabeza apoyada en su hombro y su mano cubriendo su pecho, su boca descansando suavemente contra su pelo y su rodilla metida entre las suyas.
Algún tiempo después, llegaron a un estado de somnolencia en la que sin despertar del todo hicieron el amor de nuevo. 
Espero que les haya gustado , les deseo un buen fin de semana



14 comentarios:

  1. Alexander
    Disfrutando de sus letras es un placer pasar por su blog Saludos

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  2. Nunca había leido un relato tuyo y tengo que decirte que lo haces muy bien y sabes mantener a la gente enganchada a la lectura.
    Un fuerte abrazo

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  3. Hola, JP... Hoy no sé qué me pasa pero tengo la risa fácil
    Ya me he reído con Carlos y su confusión con el nombre de Amelia
    Luego me he carcajeado cuando he leído que la penetró de una embestida y que había placer en cada estocada... jajaja
    Y me ha encantado cuando dices "El estremecimiento que comenzó a subir en espiral por su sangre explotó en millones de luminosas estrellas"
    Entiendo que Sebastián pueda temer que a Amelia no le guste su apartamento... pero creo que ya se está dando cuenta de que Amelia lo quiere y punto final
    Bueno, aunque a lo mejor no es tan sencillo ponerle punto final a un temor
    Ya veremos si Sebastián consigue ver a su madre, y deja de ejercer tan mala influencia su padre sobre él
    He pasado un rato muy entretenida, lo he disfrutado... Gracias
    Feliz finde... y besos

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  4. Hola JP!!
    Sebastián y Amelia estrechan cada vez más sus lazos. Sebastián continúa mohíno por culpa de su padre y yo espero que éste se arranque de una buena vez y le conduzca hasta su madre. Es comprensible que S. prefiera reunirse con él a solas, no debe ser plato de gusto presentar como padre a su novia a un hombre tan repulsivo. Aunque todo a su tiempo.
    La relación entre Sebastián y Amelia es muy erótica, andan a medias entre el pudor y el desenfreno ;)
    No me ha parecido un capítulo largo, he pasado un buen rato.
    Un beso y que disfrutes del finde.

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  5. Vaya que capitulo mas hot, este par se aman mucho no hay duda de eso, me alegro que las cosas están bien y que sigan así, ahora veremos como le va a Sebastian en la visita que le va hacer a su padre, ojala que le diga donde esta su mamá, gracias por el capitulo, muy bueno estuvo, saludos!

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  6. Amiga escritora,despues de leer ese capitulo,mi imaginación hace que mis pensamientos vuelen mucho mas alto

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  7. Hola Judith! Espero que estés bien. Por fin, un respiro para poder leer y casi se me para el corazón. Son muy lindos los dos. Sigo diciendo que César me cae de la patada. Espero leerte dentro de siete días.Buen fin de semana. Un besote!

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  8. La parte erótica ha estado divertida ejej y sobre todo lo del final, jajaja repetir.
    Buen capitulo.
    Besotessssssssssssss

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  9. Muy apasionado capítulo, ojala esa pasión les durará a las parejas para siempre, escribes muy bien amiga sabes muy bien cómo mantener la atención del lector, buen capitulo.
    Abrazos feliz fin de semana.

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  10. Hola Citu, buenas tardes,
    "Amelia le puso el condón con la boca engullendo su carne" ufffffffff
    quien se sonroaja ahora?
    madre mia!!! =)

    Te deseo un excelente fin de semana
    un beso grande

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  11. Holaaaa LO HACEEEES EXCELENTE!
    Ame el rumbo de este capi

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  12. Hola! Muy buen capítulo, me ha encantado, escena subida de tono incluida, jejeje. Ayys que llegue ya el siguiente capítulo ;)
    Besos!

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  13. Un capítulo muy erótico y artístico muy bien narrado. Engancha al lector. Veamos que pasa con esta pareja en los siguientes capítulos.
    Saludos.

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  14. ¡Bendito, amiga! Este capítulo es pura candela, inquietantemente apasionado. Me gustó mucho la forma de tu narración en las escenas de amor. Pobres chicos que descansen, mañana será otro día. Menos mal que Amelia le ayuda muy bien con relajar su estresante vida. Te envió un abrazo y que tengas un feliz jueves

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