En las Sombras de tu Corazón. Capítulo 17 ( Tercera Parte)

Hola,  ¿cómo  están?  Hoy  sabrán qué pasará  con  Flavia  y  Super  One.  Esperó que el capítulo sea  de su agrado. 

Capítulo  17

Super  One preocupado  dijo  a  Flavia

— Pronto nos  alcanzaran  por  el poder  de nuestras piedras como recolectores. — Super  One le  dio un frasco que  contenía  un  ungüento de color negro. Flavia  estaba segura de que tenía  un desagradable olor  

 — Póntelo en el  pecho.

Flavia quiso morir  el momento  que  sus  dedos tocaron    esa cosa  negra  de  mal olor. A  pesar  de eso,  se puso  lo que le  dio Super  One.

Llegaron al  mercado  y aunque estaba  lleno de  personas  podían ser    reconocidos  fácilmente.

Flavia le  señaló  un   pequeño  restaurante  que estaba  abarrotado de personas. Entraron y fueron   a los  baños para  ponerse  un disfraz. 

 Khalid  entró  buscándolos por   medio de las indicaciones de un  transeúnte. Ya   que no los podía  hallar  por  las emisiones de sus piedras  o  por  su  olor.

Super  one  casi  se pone  pálido a  ver  a  Khalid   curioseando por  el  café.  Se  sentó  y  pidió un  Makahniya lassi   la especialidad  de la  casa  mientras  sonreía la  mesera.  

Estaba  disfrazado de  una  mujer   británica  de  60 años.  Khalid  apenas notó  su presencia.  Minutos  más  tarde entró  Brom  los  dos  salieron  y se fueron de nuevo  a inspeccionar  el mercado. 

Flavia   también estaba  disfrazada  de  una mujer mayor. Se  sentó  algo cansada  y confundida. 

 — Debemos  irnos.

— No, quedemos  aquí disfrutando  de los  dulces. 

Flavia  hizo una mueca, pero no dijo nada. 

Una  hora  y media después  tomaron  un taxi  y  fueron  a un hotel.  Ambos seguían disfrazados.  Flavia estaba  preocupada porque   a  diferencia  de  Super  One  su  piedra como recolectora  pecadora necesitaba  recargarse. 

 Fueron a una habitación doble. El hotel era  muy acogedor  y  su  habitación era agradable.  Pero a  Flavia  solo le importaba  drogarse  y  liberar a  Billy. 

Estaba segura de que él era el único  que podía  salvarla. 

Super  One se había quitado  el disfraz  y dado una ducha ahora  estaba   vestido  con  vaquero  y  una camisa  negra. Flavia  aún seguía  disfrazada sentada  en una silla   mirando al  vació. 

— ¿ Estás  bien?

—  Gracias por  salvarme. 

Super  One   sonrió  aunque estaba  preocupado. 

—  De nada. Hasta  que  podamos ir   a  Seragon y que  te  bañes  en  río  Amaruil  cada  dos  horas  debes  ponerte saco  otro  frasco  de  color  verde  que  Flavia  pensó que  era igual  de  desagradable  que  el negro. 

Ayudará a recargar tu piedra, pero  sólo  dale  una media hora.  No queremos   que puedan  localizarnos.

— Debemos liberar  a Billy  él podría salvarme.  Me lo prometió.

 Super  One  abrió la  ventana —  Lo  dudo.  Billy  solo quiere  destruir  los mundos.  Él te mintió.

— Tú, me lo presentaste y él me ayudó más que  nadie. 

—  Billy  solo te  enveneno. Es mi culpa, pensé que  lo que  vendía era inofensivo. Te  lo advertí...

Flavia le  lanzó  el frasco con la sustancia  verde que  Super  One  esquivo con  facilidad. —  No hables mal de él. Tomar su  droga es lo mejor que he hecho.   

Super One no dijo nada. Luego de un tenso  silencio Super one  miró a la  ventana  como si quisiera  saltar por ella.   Flavia  preguntó —. ¿Vas a ayudarme  a  liberar a Billy?  Seguro que  te  pagará  bien. Yo te  daría un adelanto.

Super  One   giró y miró con tristeza a Flavia.

— No,  te ayudaré a liberarlo.  Billy  es  un peligro  si  vas con él morirás.

—  Si no  voy con él moriré  o terminaré  loca  con  tanta  crema  barata.

Super  one  suspiró.

—  Iré  a dormir.  Mañana   tú decides  a  donde    irás  te  daré  un poco  de esas  cremas  y algo de dinero para que escapes.  no puedo hacer  nada más.

—  Super  One, debes ayudarme.

— Mi nombre es  Ebenizer  y eso  he hecho  hasta ahora.  Buenas  noches—. Luego  de decir eso  se  fue  a la  cama  sabiendo que  sería la última  vez que  vería  a Flavia.

Firond tomó un poco  de  té y se desperezó.  Extrañaba a  Kelly,  desde  que  la  cambia formas   decidió  dejar   el  castillo y meterse a  monja.  No había encontrado ningún  asistente que le  dure   más  que unos  días   como  mucho. 

 Hace  unas  horas atendió  a  Vanora,  la  parca   no  fue  herida y  apenas  tuvo consecuencia el sedante. Quien lo utilizó  era  muy inteligente, e  imprudente.  Si  Vanora no hubiera sido tratada   rápidamente    su piel    se  hubiera  quedado por  dos  o tres   meses color  verde. Además,  del  serio peligro de  ser   abono  para las  flores de  fuego. 

Adremelech  llegó una  hora después que  Vanora  arribará al castillo. El  demonio  parecía  fuera  de sí y muy preocupado.  A  Firond  le recordó a  Sebastián,  odiaba lidiar  con parejas.

Por mala  suerte  para  él,  ahora los  dos  descansaban  en un cuarto   del  ala  este del  castillo. 

Adremlech se despertó y  se quedó mirando a  Vanora.  La habitación se hallaba a oscuras, pero el rostro de Vanora iluminaba  su oscuridad. Por  lo menos  su color  de piel volvió  a la normalidad.  Aunque  de cualquier  manera  le parecía hermosa.

La sola presencia  de ella   curaba  su alma  y la iluminaba  en las  horas más oscuras. Siempre  fue  así, no  recordaba  el momento en que ella  se  volvió  tan  preciada para  él.  Adoraba su  fuerza,  su honestidad  y  dulzura. 

Se preguntó ¿qué iba a hacer con ella? Temía por   su  seguridad. Ya la habían  atacado y mientras no hallaban una manera  de matar  a  Úvatar  y a  Billy  la vida  de ella y otros inocentes siempre  peligra de  alguna forma.

Khalid le había indicado  que  Super  One  y   Flavia habían  escapado en algún lugar de la India. Él llamó  a sus principales  cazadores para que  ayuden al  equipo de  Khalid. 

Una cosa era segura, ahora Vanora  era  parte de su vida. Ella se había colado  en su vida, metiéndose en cada rincón de su intimidad. Cambiándola  de un lugar lleno de sombras  a uno con luz,  risas  y amistad. 

Recorrió con la mirada la silueta del cuerpo de Vanora, protegido por las sábanas y las mantas de lana como si fuera una crisálida en su capullo. Le tocó el pecho con dulzura. Sus dedos se contonearon hasta que la suave elevación ocupó casi por completo su mano. El pulgar rodeó el pezón trazando pequeños círculos hasta conseguir hincharlo. Vanora murmuró en sueños, y la ropa de  cama  que conjuró crujió cuando levantó las piernas ligeramente.

Adremelech sonrió y acarició el cabello  color miel de  Vanora  esparcido sobre la almohada.  Luego  le beso en  la mejilla  con delicadeza. Iba a dejarla  dormir. Sin  embargo,  Vanora despertó.

Les deseo un  genial  fin de semana.