Proyecto adictos a la escritura. Ejercicio 1

Como siempre trato de mejorar me comprometí con esta valiosa opción, que nos da adictos a la escritura

Como primer trabajo nos hicieron hacer unas descripciones, yo no pude hacerlas sueltas y me imagine un historia que se ira agrandando con los siguientes trabajos o eso espero. Aquí les dejo el prologo.

En el desierto de mi soledad

Prologo


Gabriel, caminaba sin ganas, el frío helaba su piel eran las 5.30 de la mañana y solo llevaba puesto una camisa negra, un jean gastado y unos zapatos tenis viejos. Detestaba salir de la cuidad camino por las calles que aun estaban desiertas aunque Quito empezaba a despertar. Su distracción era tan grande que casi lo atropellan, el rato que iba cruzar para ir al Terminal.

La gente se estaba agolpando para ir a sus destinos, Gabriel ni se imaginaba cual sería el suyo. No quedaba nadie a quien le interesaba, solo transitaba en una gran agonía de eterna soledad. Camino hasta la ventanilla para comprar el ticket e ir a su nuevo destino. Un futuro sin ella.


El viaje fue muy largo más de 10 horas en un bus viejo, cuyos resortes se le clavaban en la espalda y en las nalgas. Suspiro estaba harto de intentar dormir e imaginar su nuevo futuro. Miro a la ventana, para poder pasar el tiempo. Lo que observo lo dejo sin aliento el cielo estaba casi morado, con tonos rosados la vegetación se perdía mientras seguía avanzando.


La voz del chofer hizo que dejara de mirar el paisaje.

-Bajen del bus, se me acaba de pinchar una rueda esperaremos unos minutos.



Sin ganas Gabriel bajo de bus camino por un rato entre el follaje salvaje hasta que llego a un lago tan hermoso que le quito el aliento, el lugar era pacifico solo había algunos árboles y el viento susurraba paz. Él pensó que había perdido la paz para siempre, pero ahí en ese desolado lugar por primera vez en semanas sintió algo de esperanza era como si Lucia aun viviera perdida en ese lago.

Oyó unas voces a lo lejos y fue al bus. Uno de los pasajeros le regaño por a haberse ido, a Gabriel no le importo, volvió a su asiento. Horas más tarde estaba en la hacienda del Señor Ruales para empezar su nueva vida. Un hombre moreno y bajito lo recibió sin mucho afán, le indico que fuera al final del pasillo donde su habitación lo esperaba.



No era lo que se imaginó Gabriel. Era un cuarto pequeño con dos camas, con paredes verde agua para darle alegría, tenía un armario y unos cuadros algo feos.
Gabriel se alegro de que no hubiera nadie en la habitación, puso pequeña mochila en el piso y se acostó esperando que el mañana fuera mejor .