Capitulo 22

Salvándose de milagro.


Darius entro a la pensión no tenía tiempo que perder. Lo que iba ser era una locura, pero entre sus amigos y su amor por Rebeca. Ella siempre ganaba. Esperaba que le perdone por lo que iba hacer. Porque él, no lo haría


Fue hacia adentro de la pensión. Vio a una mujer bajita de cabello canoso y muy flaca limpiando la el pasillo con una escoba.

-Lili que bien que te encuentro. Me haces un favor, si vez Garnier le das esto -Le dio una piedra. Vio que lo estaban siguiendo. Escribió una nota a su amigo. Y mientras se despedía de de la mujer se la entrego junto con las fotografías.

-No dejes que nadie te vea que le das esto. -Le dijo al oído. Mientras la abrazaba.
Luego se fue en una burbuja a ver a Gregory y a Diana. Para cumplir su asquerosa misión.


Solo, el amor que tenía por Rebeca lo sostenía.


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Garnier revisaba sus artefactos que necesitaría para ese robo. Hace tanto que no asestaba un golpe. A pesar de lo nervioso y preocupado que estaba. También se sentía ansioso, lleno de vida solo robar o ponerse en peligro le daba esa sensación.

No, también le subía la adrenalina y le daba esa sensación de vértigo una persona. La bella Yusbel, pero cuando estaba con ella, todo era más intenso. Lastima que con la princesa su corazón era lo único en peligro. Nunca sería para él, ni siquiera sabía que existía. Solo era un sueño.

Nicolás manejaba la nave lo más rápido posible. Lamentándose no poder ir más rápido para ayudar a su hermano.

Se puso bien sus gafas. Sintió el maldito cosquilleo que le señalaba un ataque de ceguera. Había comprendido que siempre le daban cuando había peligro. Se quedó de nuevo en la oscuridad pero preparado para lo que pueda pasar se dijo.

Le sorprendió el ruido de unos aleteos y una sustancia pegajosa que le impedía moverse. Supo que estaban en peligro alguien quería que no llegaran para ayudar a Darius. Sonrió a Nicolás Fritz nadie lo vencía, si quería matarlo pelea les daría


Pía estaba satisfecha ella y un montón de mariposas negras harían que se estrellen. Nadie podía impedirlo era un plan perfecto.

Nicolás no se asustó. Sabían que pronto podrían estrellarse si no actuaba.

-Garnier coge todo lo que vamos a necesitar y espera al fondo de la nave. Ten cuidado.

El ladrón, estaba distraído viendo un mechón que le había robado a la princesa Yusbel. Cuando la voz de sus amigo lo saco de sus pensamientos

-¿Qué quieres? Ya voy para allá.

-Haz lo que te digo si no quieres morir. Músico de cuarta.

Garnier gruño. Y no le hizo caso cuando subía a la cabina vio un monto de mariposas. Que apenas lo dejaban ver o respirar bajo como pudo a donde Nicolás le indico.

Nicolás respiro hondo. Tomo a duras penas del bolsillo un pequeño encendedor. Y se quemó las manos y los brazos ligeramente para liberarse de su apresamiento. Ya libre y a pesar del dolor, fue tanteando el lugar.

Hasta que encontró una caja negra donde tenia sus principales inventos tomo un pequeño lanza llamas y comenzó a quemar a diestro y siniestro abriéndose paso.

Cuando llego donde su amigo le dijo llamaste a Gregory.

-Si mande las coordenadas saltamos.

-Guíame estoy sin vista de nuevo y mis gafas no sé dónde quedaron mientras mataba esas cosas.

Garnier admiro la osadía de Nicolás. Y lo guió a la escotilla. Su amigo saltó y él le siguió.

Minutos más tarde se reunían Arik e inesperadamente con Annia.

-¿Qué haces aquí? Deberías cuidar a tu prima -le dijo a Annia.

-No puedo hacer nada viéndola yacer enferma. Mejor ayudo a conseguir la piedra. Annia vio a Nicolás que ni siquiera, le saludo.

Arik le administraba una pomada.

Nicolás, oyó la voz de una mujer y tontamente pregunto.

-¿A quién trajiste Arik a una amante lo sabe Diana?

-No soy amante de nadie. Y no sé cuantas veces deba presentarme para que me recuerde. Soy Annia Zor la prima de Rebeca.

-Perdón- respondió Nicolás solo había visto bien una vez a esa chica sexy. Y siempre la embarraba con ella.

-¿A dónde vamos?

-Ustedes, a ningún lado Arik . Yo me reuniré con Darius. Espérenme aquí.

Cuando Garnier llego a la pensión de Lili, esta lo saludo con demasiado afecto.Esa vieja siempre lo había tratado como una alimaña. Al verla así supo que algo mal paso.

Le confirmo los hombres que estaban espiándolo y el recado de Darius.

Garnier maldijo.

Era casi imposible robar la piedra.


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Unos minutos más tarde se reunió con los demás. Solo Nicolás dio una idea, que para el ladrón era pésima, pero como no tenían tiempo.

Annia estaba de acuerdo con Garnier y verlo preocupado rascándose la barba a punto de quitársela con las uñas no la tranquilizaba para nada, más bien la angustiaba.

Minutos más tarde estaban todos frente al castillo. La prima de Rebeca, estaba disfrazada de sirvienta .

Repasando el plan era muy sencillo demasiado para Annia ella tenía que dar al princesa algo que la pusiera indispuesta. Ella se iría al baño Garnier la esperaba allí y tomara el collar con la piedra.

Cuando Annia iba a partir. Nicolás la del tomo del brazo.

-Espera antes de irte. Ten esto te ayudara si hay problemas. -Nicolás le mostró una pelota blanca transparente.

-Ese. juguete me va ayudar, si es peor que este plan.

-No hay nada malo en mi plan.Claro tú, diste alguno no, que yo recuerde. Calladita estabas.

-Eso lo dices, porque no arriesgas la cabeza. - Grito roja como un tomate

-Nadie te está obligando.

–En eso tienes razón, pero no podrías entender los sacrificios que se hace por alguien que se ama.

Nicolás se puso bien las gafas y dijo.

–En serio tan bien me conoces. Por si no lo sabes yo también estoy aquí por alguien que amo. Pero claro tú, eres la única que sufre y que arriesga el cuello.

Yo te quería ayudarte. Si lo deseas o no, es tu cuello. Le tiro la pelota.

Annia furiosa la tomo y fue en busca de Nicolás.

-¿Que hace ese cacharro?


Nicolás al ver que lo siguió sintió una extraña emoción, como si fuera un niño al que su padre elogia por primera vez.


-Es simple. Tiene tres funciones.

Te da fuerza y hace cuando golpees a alguien no le sanan las heridas.

Sirve como comunicador si le das tres golpecitos. Yo, sabré que estas en problemas y te ayudare

Y por ultimo si la aprietas en el centro te da una pantalla de humo para que escapes.

-Gracias. -Dijo Annia cohibida por la alegría infantil en los ojos azules de Nicolás. Por que estaba tan alegre por que ella iba a utilizar su ridículo artefacto que no serviría de nada. Como podía enfadarse con él.

Tomo ligeramente su mano y el contacto electrizo Annia.

Cuando lo miro a los ojos y luego vio su sonrisa sintió arder.
Nicolás estaba contento por fin no había metido la pata con ella. Esa muchacha tan sexy, a la que apenas había visto el rostro por una vez y ese día estaba enojada.

Pero ahora le había dado una pequeña sonrisa. Mirándola a pesar de la ropa desfavorecedora. Hacía que todo su cuerpo arda. Se veía tan pura, tan refrescante y sobre todo tan sensual. Que Nicolás se sentía como un joven inexperto a punto de volver a meter la pata.

Garnier llego donde se encontraban y rompió la magia.

-Vamos muchachos. No podemos perder el tiempo.

Annia tembló y entro en el castillo.