Capítulo 12
Para Amelia en ese momento no existían nada y nadie más. Sebastián se sorprendió cuando ella puso sus labios encima de los suyos. Todo su cuerpo se estremeció de deseo. Hubiera podido esperar una explosión, que caigan del cielo ranas y culebras pero nunca que su musa lo besara.
Se separó por unos minutos de ella. Amelia sintió miedo no era tan experta dando besos solo había tenido un enamorado, después de unos cuantos besos y demasiadas discusiones terminaron.
Lo miró a los ojos temblando, llena de incertidumbre. Sebastián también la observó fijamente. Ambos por la expresión de su rostro tenían dudas, deseo y algo que nuevo que ninguno de ellos podía explicar. Se miraron nuevamente estremeciéndose aunque no por la ligera llovizna; ninguno de los dos hablaba, ya que no sabían que decir acerca de la situación que experimentaban en ese momento. Sebastián tomó su barbilla y acercó sus labios a los de ella tímidamente al principio saboreando , estudiando su forma, como si fueran una delicada flor. Luego si poder detenerse le besó con desesperación como un adicto, que encontró una droga muy especial.
Amelia no podía creerlo era diferente sensación a los besos aguados de su ex. Con Sebastián sentía que se quemaba, sus labios eran más ricos que el chocolate, le daban una emoción extraña que ni siquiera, leer, bailar, u otro hombre había logrado producir; así se debía sentir el cielo.
Sebastián necesitaba más; no solo sus labios, necesitaba estar a dentro suyo. Tímidamente con su lengua hizo abriera la boca Amelia lo hizo con reserva, pero luego se perdió en la sensación y dio tanto como tomó. Querían reducir los espacios. Se olvidaron, que estaban en media calle, que llovía. Lo único que ambos deseaban era estar lo más cerca posible el uno del otro se abrazaban y besaban con ansias como si en el momento que dejaran de besarse el mundo acabaría en cualquier momento.
Amelia solo podía sentir el roce de los labios de Sebastián con los de ella. Como la lengua de él jugaba con la suya y a pesar de la lluvia ella sentía un calor que le recorría todo el cuerpo. Hasta podía oír campanas, como decían en las películas que le gustaban a su difunta abuela.
Sebastián con pesar terminó el beso. Amelia se sonrojó, y con miedo pensó en lo que ese hombre estaría creyendo sobre ella. Casi podía oír las palabras de sor Inés; una de las monjas que le educó en el colegio — “ Una señorita decente no se besa con cualquiera en la calle y mucho menos con un conocido por muy atractivo que este sea”. Por un momento pudo ver a sor Inés mirándola de forma reprobatoria, cerró los ojos asustada. Cuando los volvió abrir en lugar de los ojos oscuros de la monja. Miró a unos hermosos y grandes ojos azules que la devoraban y convirtiéndola en gelatina.
—Tu celular está sonando.
Se alejó un poco de él, para contestar la llamada de su mejor amiga. Pensó que nadie podía culparla por matarla.
—¿Cruzaste?
—¿Para eso me llamas?
—No, me respondiste ¿cruzaste?
—Si, y ahora estoy ocupada.
—Naida ( mierda en finlandés )
—Me vas a contar todo con lujo de detalles.
—Sí.
—Nos vemos en la cafetería de mi facultad a las 2. Tengo que pedirte un consejo sobre Pablo.
—Hablamos luego. Adiós, cuídate
Sebastián miraba a Amelia caminar y estar un poco sonrojada con los labios hinchados después de haber sido besada. Él que había decidido alejarse de ella. Solo tenía que verla para hacer todo lo contrario. Sintió miedo que ella se arrepienta de haberlo besado.
Amelia se acercó a Sebastián no sabía qué decir, hace unos minutos lo había besado y ahora parte de ella quería salir corriendo hasta su casa.
—Deberíamos ir a escampar, tal vez tomar un café.
Amelia asintió, aunque ninguno de los dos se movió del lugar. Empezó a granizar Sebastián se sacó la chaqueta y se la dio a Amelia para que se cubriera, sin embargo, ella lo rechazó e hizo que los dos muy juntos se cubrieran con ella. Él sentía como palpitaba el corazón de ella. A pesar de que llovían ellos caminaron lento Hablando poco al principio;luego riendo, conociéndose y sintiéndose más allá que cualquier experiencia que ambos habían tenido en su vida.
Cuando llegaron a la cafetería se sentaron en la última mesa desocupada. Sebastián fue a ordenar un par de cafés con unos emparedados de jamón con queso. Estaba muy nervioso, temía que se le cayera el contenido. Trabajaba como mesero 8 horas al día y le temblaban las manos al ver los ojos negros de Amelia. Agradeció que entraron a esa pequeña cafetería . Temía y al mismo tiempo deseaba besarla de nuevo. Sabía que si lo hacía no se conformaría solo besarla; deseaba sentir la piel de Amelia, su sabor, oír sus gemidos de placer. Aún podía recordar cómo se sintió cuando sus labios tocaron por un leve momento los de ella.
Por fin dejó el contenido en la mesa ella acercó sus dedos a la taza y estos rozaron con los de Sebastián. Amelia se sonrojó por imaginar cómo serían las manos del mesero sobre su piel. Casi se tira el café encima tuvo que mirar a la mesa tranquilizarse un poco.
Al principio se quedaron callados comiendo mirándose de reojo el uno al otro.
—Me gusta la lluvia.
Amelia tomó un poco de café antes de preguntar —. La otra vez que hablamos me dijiste eso.
—Es cierto, parece que la lluvia siempre me trae suerte. En un día como hoy pude hablar contigo. Pensé que nunca más te iba a volver a ver y solo ibas a quedar de musa de mis cuadros.
—¿Me has pintado?
Sebastián quiso darse una patada, en lugar de eso dijo —. Sí, lo he hecho, pero no te los muestro son vergonzosos no captan tu mirada.
—Nunca nadie me ha pintado, ni he sido la musa de nadie. Soy una chica común y sin gracia.
Los ojos de él se oscurecieron como si se hubiera enojado.
—Eso es mentira, tu no eres ni común, ni sin gracia — Sebastián soltó el emparedado y lo dejó en el plato.
—Mírame.
Amelia lo hizo como hipnotizada y sin saber qué decir.
— No eres un simple rostro bonito y simétrico. Eres más que eso, por qué crees que deseo tanto conocerte.
Amelia lo miró confundida. Sebastián quiso golpear su cabeza en la mesa , ella tomó su mano con timidez.
—Yo también deseo conocerte, siempre me hago lío con las palabras.
— A mí me pasa, lo mismo es peor cuando estoy contigo me siento mareado como si cualquier cosa podría suceder solo por mirarte a los ojos.
Eres muy diferente a cualquier mujer que he visto en mi vida; hay una magia en ti que no he podido olvidar desde la primera vez que te vi en ese callejón.
Ese día estaba muy triste y cuando te vi algo se encendió en mí no sólo deseo, no puedo decirlo con palabras...
Amelia tembló con cada palabra que él dijo para fortuna o para mala suerte de Sebastián que su celular sonó oportunamente.
—Me disculpas, un momento.
Era el jefe de Sebastián la cañería de la cocina colapsó y lo necesitaba de urgencia. Con mala gana el pintor le dijo que iba ahora mismo al restaurante
—Parece que me tengo que ir al restaurante. Ahora no solo soy mesero también hago de fontanero.
Amelia asintió.
—Me das tu celular para comunicarme por WhatsApp y ve cuando nos reunimos.
Sebastián ayudó a levantarse — Te doy mi número , pero no tengo WhatsApp mi celular es de la edad piedra.
Sebastián le garabateó un número y se lo dio mientras la acompañaba a tomar el colectivo y despedían con un simple beso en la mejilla a pesar de que ambos deseaban algo más.
Amelia cuando llegó a la su facultad dejó que la lluvia moje su rostro sintiéndose afortunada por haber cruzado la calle el mundo estaba en sus manos.
Sebastián por fin llegó al restaurante no le importó el regaño del chef Henri ni que tenía que hacer de fontanero, aunque odiaba reparar cosas. Mientras estaba cerrando la llave de paso e intentando no golpearse con el pequeño espacio del desagüe. Oyó Marión la esposa de su jefe tararear una canción de Francis Cabrel
Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero morir
Ella borra las horas de cada reloj
Me enseña a pintar transparente el dolor
Con su sonrisa
Y levanta una torre desde el cielo hasta aquí
Y me cose unas alas y me ayuda a subir
A toda prisa, a toda prisa
La quiero morir
Sebastián por primera vez entendió la canción; no importaba que el día terrible que se avecinaba, hoy hablo con Amelia y pronto la volvería a ver .
Espero que les haya gustado el nuevo capítulo , les deseo un buen fin de s emana y que se me cuiden
15 comentarios:
Hola JP... Me alegra mucho que estés mejor
Hoy has publicado un capítulo precioso... has transmitido muy bien lo que pueden sentir un hombre y una mujer cuando se besan
Los nervios y la valentía que tienen los dos, ese pensamiento de que nada ni nadie más existe, olvidar que te mojas porque llueve, oír campanas
Me ha gustado muchísimo... creo que a Sor Inés no le gustaría tanto ;-)
Y me he reído mucho con la palabra "Naida"
Y la canción es preciosa
Besos
Hola!, paso de puntillas jeje, luego pasaré más tarde a leer tu capitulo que parece muy chulo :).
besos
Holaaa!
Buen capítulo, como siempre.
Un besito, nos leemos^^
Hola citu,hoy me ha encantado éste capitulo!! porque no he necesitado saber cómo va la historia para darme cuenta de la pasión y el Amor que hay entre Amelia y Sebastian.Me encanta como escribes y describes las escenas de Amor,creo que ahí,, posees un don especial niña.
Muchos besos y cuídate mucho y disfruta el fin de semana a tope:)
Una adicción sin pena,
mmm mas ricos que el chocolate?
esos deben ser los besos perfectos =)
(que momento para citar a la difunta abuela eh!)
Pintor, mesero, fontanero...
si el de la foto estuviera un poco mas feo pensaría que estás narrando mis dias con ilustración y todo =)
linda canción!
Te deseo un maravilloso fin de semana
un abrazo grande Citu
Hola me alegro q estas mejor de la jaqueca cuidate mucho y me gusta el nuevo look del blog no me habia podido pasar antes y lo veo esta super lindo,
awww q bellos son este par hacen tan linda pareja muy tierno el capitulo ojala q se sigan viendo, gracias x el capitulo y q tengas un buen fin de semana!!!
Pues el capitulo ha sido muy bonito, ese beso casi se podía sentir mientras lo imaginabas.
besotesssssssssssssss cuidate
Hola preciosa!
Me alegro mucho que este mejor. Genial este nuevo relato. Te deseo un feliz fin de semana. Cuídate mucho mi niña. Besotes
Amiga escritora,en tus sueños siempre apareceran la amalgama de personages por ti inventeda
Felicidades por tu entrada!!!saludos!!!
Una entrada que conjuga el romanticismo y un erotismo, más una hermosa canción para complementar el sentido de la misma.
Saludos.
¡Hola! Gracias por pasarte por mi blog. He leído este capitulo y me ha gustado, así que me leeré los anteriores ^^ Te sigo.
un abrazo!
Me parece encantador y muy romántico este capítulo. Me haces volar con esos diálogos de sensualidad y erotismo entre Amelia y Sebastián. Me gusta saber que ya están en proceso de una relación. Aaaww cuanto me encanta las escenas bajo la lluvia. Muy bien, J.P. Alexander.
Besos y cuídate mucho.
Hola Citu! Buen capítulo con ganas de más. Pobre Sebastían ahora también plomero, si te digo que al pobre le toca hacer de todo en está vida. Amelia siempre tan dulce, que linda. Bueno la parejita va encaminada espero que no haya nada que los moleste por un tiempo. Así que Uvátar castigado en la cueva. Ahora toca esperar al próximo viernes.
¡Hola! Sebas y Amelia hacen una preciosa pareja, me encantan. Seguro van a aprender mucho el uno del otro con eel tiempo.
¡Un abrazo!
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