Después de Todo. Capítulo 1. ( Primera Parte)

 Hola ¿Cómo  están? 

Hoy les traigo un nuevo  fragmento de mi novela. Esperó que sea de su agrado.  

Capítulo 1

Anazareth  estaba  muy  preocupada.  Su  abuela  se  marchó hace   más   de  media  hora para ayudar  a  detener  al hombre  que  le había  hecho  tanto  daño  a   ella  y a su familia. 

Ella quiso ir, ayudar a su abuela, pero  no pudo. Ya  que  era  algo que Halrinach deseaba  hacer sola.  Y  además,  tenía que  cuidar   del  clan  de los  demonios  del viento  y  de las  almas que  custodiaban.  Todo  el inframundo se encontraba  en alerta  roja. Matut   o uno  de sus  compañeros  que  se hallaban  en las  celdas  de máxima  seguridad   de la  cárcel  del inframundo trataron  de escapar.

Harinach , su  abuela  pensó que  sería el momento  adecuado para terminar  con  Matut  o  Billy  como algunos humanos le  decían a  ese  demonio. El tiempo  confirmó  que ella  estaba  en lo cierto  cuando  Heli ,  Luke  y  otra   persona  fueron a  buscarla. 

Paseaba  de  un lado a  otro  por   su habitación  que era  una  enorme   biblioteca.  Por  un momento  volvió a pensar en Luke.  Se  había convertido  en  un  mala  costumbre. Su mente siempre terminaba  recordándolo o soñando con él. Se  concentro y  se comunico  telepáticamente  con los otros  clanes  y el consejo demoníaco  para  ver  si se  hallaban  bien. 

No  podía  seguir  sin  hacer  nada. Así que  salió  de la  torre   de  las estrellas donde  residía  Halrinach.  Cuando  llegó  a la  entrada   se quedó  viendo  la  torre. A  diferencia  de otros  clanes  que  vivían   algunos  en cuevas   Otros    en  grandes  castillos  de  fuego   o   en  fortalezas  acuáticas.  La torre  de las  estrellas   era invisible,  tenías  que  tener  imaginación  y  un corazón puro  para  verla  y  ser  admitido a  ese lugar. Aunque  su abuela  siempre  temió que  esa seguridad no sea permanente.  

La  primera  torre  fue destruida  por  Matut argumentando que  era  una fuente  de pecado  y que debía  ser erradicado. El  clan del viento  siempre  se  opuso  a  Matut  por  sus  ideas  intolerantes.  Por lo que  averiguó Anazareth  después  ya que  su  abuela  nunca  hablaba   de  ello. Fue  que  Matut  casi  mató  a todo  el  clan  solo dejó  a los  niños  y los convirtió en esclavos. 

A Halrinach por  ser  la  hija  menor  de los  jefes del  clan  la  obligó a  casarse  con él  a pesar de que   la  demonia  en  esa época  solo tenía  7  años.  Anazareth  imaginó que  su abuela  lo hizo para  salvar  lo poco que  quedaba  del  clan. Cuando  Matut  fue  destronado   como  rey  del inframundo Halrinach  reconstruyó  el clan  e  hizo  la  torre  más  segura.  Los  maniacos, egoístas  y asesinos  no pueden  verla. Y  de ser posible  requiere  de  un hechizo  muy  fuerte  para hacerlo. 

Anazareth  decidió ir   a las mazmorras  del inframundo esperando que  su  abuela, hermanos  y amigos se encontrarán bien. 

La prisión  del inframundo   se encuentra  bajo  tierra     junto  a  varias  fallas  geológicas  y    cientos  de  volcanes. Para   bajar    allí  tienes  que  ser   líder  de  un clan  o  tener permiso.

Anazareth  caminó  hasta que  llegó  a un río de  lava luego  soltó  un  diamante  y  el  río  se congeló unos minutos  para  que ella pudiera pasar. Uno  de  los  guardias  del inframundo  se acercó   a ella. Anazareth le mostró la insignia  que  le dio su  abuela. El  guardia la  dejó  pasar   por  un laberinto  de rocas  y lavas   

Minutos  más  tarde   se encontró  con  el  asistente  de  Adremelech. Remiel  era  un  hombre  alto,   calvo   de  ojos  cafés  y  casi  siempre con una sonrisa  en su  rostro. Pero esta  vez  su rostro  un poco arrugado  mostraba   incertidumbre. 

Fue  cuestión  de  unos   minutos. Anazareth  sintió  un escalofrío que  le  recorrió el cuello y la  columna. Una  malvada energía   se dirigía hacia  ellos. Al principio pensó en Matut, pero según el guardia  que la escoltó  le dijo que  el  escape  estaba controlado. 

Anazareth  no dudó  de sus  instintos y  mandó  un  tornado  hacia Remiel   y tres  guardias   más.  Justo   a  tiempo  que   una   calavera  con los  ojos  sangrantes  y  cubierta  de una baba   los  atraviese  en busca  de sus almas.

Aunque  nunca  lo vio o tuvo que enfrentarlo  Anazareth  lo  reconoció de inmediato y se alejó  de él. 

Ese  horrible  y asqueroso  despojo no era otro que  Úvatar  el innombrable. La  calavera  sangrante  no  la atacó, estaba  más  concentrada en  huir  de ese  lugar.    

Solo unos  segundos  más  tarde  su hermano  Seirim  y  Dauroji salían tras  Úvatar. 

Ella  se  acercó  a  Seirim  un hombre  alto  de  cabellos  plateados y rostro  de  ángel. 

— ¿ Qué pasó?  

Úvatar atacó  a  Vanora  y escapó. 

 Dauroji  miró  a  Anazareth  enojado —. No deberías  estar  aquí. Corres, peligro.  Debemos  irnos  Sei,  no podemos perder  el tiempo.

Anazareth puso  los ojos  en  blanco.  Sin  embargo, los  dejó  ir. Mientras   su mente  recordaba  todo lo que  sabía  de  Úvatar. A  diferencia  de sus hermanos  ella  no era una  cazadora  pero  le  gustaba saber  todo  acerca  de sus  enemigos o los  de su  familia. 

Úvatar  hace muchos  años  era  un  elfo  humilde  del  valle  sombrío.  Su  verdadero  nombre  era  Berek. De acuerdo con su investigación la  familia  de  Úvatar  era    granjera  y  pertenecían a la  secta   Damauzz  una  religión que  despreciaba la magia y deseaban  vivir  su  vida  de la  forma  más simple. Úvatar  era  un joven con  mucho poder  y  no  era  aceptado  por  su comunidad. Por los  archivos que leyó  Anazareth  Berek o  Uvatar   utilizaba  su  magia para  defenderse  y posteriormente para  sacar provecho  de ello. 

Huyó cuando pudo  y  de alguna manera  se  hizo  discípulo  de  Naur.

Una  bruja  que le enseñó  el arte  de  robar  almas lo cual era  prohibido. Tomar almas da la inmortalidad, pero   destruye el equilibrio  de la magia.  Los  recolectores  de  almas  y  los  demonios  cuidan  de ellas  para  que eso no pase.   

Cuando  Naur  se  aburrió  de  Úvatar  iba a tomar  su alma pero el  elfo escapó  y  empezó a perseguir  el  deseo  de  ser  todopoderoso. Con  el tiempo   se convirtió  en un gran guerrero y  dominó el arte tomar  almas y empezó una guerra   con el señor  del inframundo:  Baal.    

Úvatar  estuvo a punto de  ganar  la  guerra  pero  se  unieron lo que quedaba  de  5  mundos  y  por medio  de  una  trampa   con la ayuda  de  una humana  llamada  Zahra  que luego se  haría  recolectora  de almas. 

Como  Úvatar  era  inmortal  y no conocían la manera  de matarlo  dividieron  su  poder  en  5  urnas.  No contaron  que  Úvatar los  maldijo y  dijo que se liberaría   por  medio  de la traición de  uno ellos  o  sus  descendientes.   Miles  de años  después de su encierro  Azidahaka  uno  de los hijos  de  Baal.  Mató  a su padre  y liberó a Úvatar. 

Anazareth  respiró  hondo,  lo más  probable  era  que  Úvatar  fuera  a liberar  a su asqueroso medio hermano. Fue  corriendo para  decirle  su  teoría a Seirim  y  a  Dauroji y disipar   su miedo.  Si  el pervertido de  Azidahaka  fuera  liberado. Alcanzó a los  dos  hombres  casi  a punto  de marcharse. Tuvo que  gritar para que se  detuvieran

 — Sei,  espera.  Creo  que  Úvatar   irá a liberar  a mi hermano.

Dauroji  frunció  el  ceño  y miró  con furia  a  Anazareth. Tanto que  sus  enormes  ojos  negros  despedían llamas.

 — Estamos perdiendo  tiempo  valioso.

 Anazareth puso los  ojos  en blanco y  su  cabello   empezó a   hacerse  rubio y no tartamudeo lo que  indicaba  que  se encontraba  molesta  y preocupada.

— Llama a Gomory  para que esté preparada por  si  acaso.    

—  Trata  de  calmarte  si pierdes  la  cordura nos podrás  en otro  problema.

Anazateth quiso golpear a Dauroji, pero no  lo hizo.

— Estoy  bien.

Seirim  molesto  grito a  Dauroji —.  No le hables  de esa  forma  a mi hermana o  te  despellejo.  Me importa un rábano que  seas  el rey. Ella  tiene  razón y merece  respeto.

—  Debemos irnos  o prefieres  matarme.

— Vamos—. Seirim miró a  Anazareth —. ¿ Estarás  bien?

— Lo estaré,  cuídate  Seirim.

Dauroji no dijo nada, pero  sintió  el desprecio  de  Anazareth.  Lo peor  es que  aún  sentía algo por  ella. 

 Anazareth  aún molesta. Vislumbro  la pena  en el hermoso  rostro de  Dauroji.

— Dauroji  cuídate.  Piensa  antes  de  actuar.

— Lo haré,  gracias.

Les deseo un genial fin de semana.  Les  mando un beso.