Capitulo 4

Darius
Cometiendo errores


Rebeca se acercó a abrazar a Darius sin importarle, que estaba despeinada. Vestida con una bata de dormir vieja, una pequeña camiseta y pantaloncito por dentro. Con la cara llena de lágrimas, se aferró al pecho de Darius, que torpemente le daba palmadas en la espalda.

el hechicero no sabía que hacer o sentir. Ella lo necesitaba. Nunca nadie lo había necesitado de verdad, buscándolo por consuelo. Eso le hacia sentir tan bien, tan especial.

La habitación esta llena de gente pero ninguno de los dos los veía. Hasta los perros ladraban. Sin embargo, en ese momento, solo estaban los dos abrazados. En mundo había dejado de girar congelado en ese instante.

Diana, rompió la magia. Gritando.

-Que bueno, que te encuentres mejor.

Rebeca al oír su voz tomo conciencia que estaba abrazando a Darius. Ese hombre le hacía perder el juicio. La hipnotizaba, solo esa podía ser la explicación.Con la cara roja de vergüenza y pidiendo a la diosa que abriera el suelo y la tragara lo soltó.

El hechicero, sintió que todo el frió del mundo llenaba su corazón cuando ella se alejó. Resignado fulminaba a Diana con la mirada. La muchacha tuvo la decencia de mirar al piso.

Rebeca, para disimular dijo.

-Después de examinar a Darius parece estar bien, no deberías haber dejado que se levantara Otto.

-Parece que no conoces a Cristian. Cuando se le mete algo por la cabeza es imposible.

Diana un poco más animada dijo. -¿Sabes, lo que ocurrió con Ariel?

Él, asintió. Vio como Rebeca volvía a estar triste y llena de culpa. Cuando iba aclarar lo que en realidad estaba sucediendo, llego Arik un poco molesto, pero contento.

-Traigo excelentes noticias Ariel esta viva.

-¿Cómo? Preguntaron todos en la habitación.

Arik respondió. -No sé muy bien Ariel no me explico nada. Creo que las sombras formaron un campo de fuerza o algo así. ¿Alguna teoría Darius?

-Lo que tú, dices. Ocurrió. Un campo de fuerza impidió que la púa la matara. -Mintió el hechicero.

Rebeca supo que ocultaba algo, pero no dijo nada. Otto se fue unos minutos más tarde a avisar a su esposa la buena noticia.

Todo el mundo el celebraba que nada le pasara Ariel. Solo Darius estaba presente sentado en un sofá. Relegado observándolos pero sin participar. Un poco pensativo y triste.

A la curadora, le partió el corazón, pero al ver que sus perras se acercaron a él pidiendo caricias. Le hizo sentir que por lo menos no estaba tan solo. Aunque lo que en realidad quería era sentarse a su lado y hacer que se abriera.

Luego de por lo menos 45 minutos. Diana sin soltar la mano de Arik, dijo.

-Creo, que es mejor irnos a dormir. Mañana será un día muy ajetreado con la boda. Y esta noche ha sido una cosa tras otra lo único que quiero es dormir.
Buenas noches, entonces.

Arik la abrazaba fuertemente. Mientras Diana sonreía satisfecha. Annia se fue unos minutos más tarde bostezando.


En la pequeña sala del ala este. Solo quedaron Dairus y Rebeca.

Se miraban con timidez, sin decir palabra. Un poco incómodos. Lulú, gruño pidiendo que Darius le acaricie la panza.


Rebeca y él rieron. Rompiendo el hielo Dairus acaricio a la perra en silencio cuando ella le pregunto.

-¿Que te preocupa?

-No es nada

-Darius, no me mientas dijo rascando la cabeza a Maite. –Pero si no me tienes confianza y no quieres decírmelo No te culpo. Buenas noches, niñas a la cama.

Las perras de mala gana obedecieron, cuando estaba saliendo de la sala.

Darius, hizo lo impensable.

-Por favor, no te vayas.

-Entonces, dime que te pasa. ¿Que te preocupa?

Él, estaba intrigado. Ella con una sola mirada podía ver sus pensamientos y dudas. Nadie había sido tan perceptivo.

-Te lo diré, vuelve a sentarte.

Rebeca, volvió seguida de sus perras a la pequeña sala.

Darius acaricio a Cleo que pidió subirse a sus piernas. Estuvo en silencio unos minutos. Luego sin mirar a Rebeca comenzó hablar.

-Estoy preocupado por Ariel.


-¿Murió en verdad? dijo Rebeca.

-Sí. Los collares le proporcionan ahora vida. Eso puede hacerla invisible en pelea. Me da miedo que ese poder la pervierta.

Ella, le sonrió.

-Lo sé, pero Ariel es fuerte y pura de corazón.

-Pero poder pervierte. Hasta el más fuerte cae Rebeca.

-Sentirte tentado no es caer. Si Ariel recibió ese regalo. Es porque lo puede manejar. Además, te tiene a ti como guardián tú la protegerás y cuidaras.

-Menudo guardián resulte. Casi me convertí en su peor enemigo. Fue tentando, por mis prejuicios y mi vanidad.

-Pero no caíste. No vez que aunque tú lo dudes que eres un hombre bueno. Que aprende de sus errores. -Dijo Rebeca tomando su mano.

Darius, estaba expectante, anhelante. Nunca antes habían estado tan próximos. Siempre estaban o peleándose o deseándose. Pero estar sentado junto a ella comunicándole sus más grandes miedos. Era mágico nunca se había sentido tan cercano a nadie.

-¿Estas temblando Darius, quieres un poco de té?

-No.

Estaba lleno de miedo y deseo al mismo tiempo si se le acercaba más comprobaría cuanto la quería en su cama en esos momentos.

-Tal vez estás cansado. Es mejor que nos vayamos a la cama. ¿Quieres que te ayude?

-Solo si te acuestas conmigo.

Rebeca se quedo sorprendida. Tenía que portarse baboso y arruinar el momento.

Lo peor de todo. Es que ella también quería acostarse con él. Se sentía tan cercana a él, que le daba miedo.

Molesta con los dos dijo.

-¿Por qué tenías que destruir el momento dijo hasta mañana. Y se fue con sus perras.

No, era el único enojado Darius, se preguntó porque no se mordió la lengua.