Después de Todo. Capítulo 8 ( Primera Parte)

 Hola ¿Cómo están?  Hoy les traigo un nuevo  fragmento  de mi novela.  Aunque es  un poco corto  esperó que les  guste. 

Capítulo 8

Anazareth estaba arrepentida  por  haber  besado a  Luke.  Sin  embargo,  de solo pensarlo   lo deseaba  de nuevo.  Ahora  él debía pensar que  se encontraba loca. 

Era  mejor  así,  cualquier  relación entre ellos  sería  un  fracaso.  Él  se  daría cuenta de lo  dañada  que estaba   le tendría lástima  o le  temería. No sabía cuál era peor, pero no deseaba   experimentarlo de nuevo.  Mejor era estar sola.  Además,  debía  resolver  el misterio de su madre.

Halrinach  sin dejar  de  ver  a  Luke  preguntó —. ¿Te  gusta?

Anazareth  puso los ojos  en  blanco, por la  manía  de  su abuela por  emparejarlo con  cualquier  persona.  —.  Esa relación no es para mí. 

Halrinach  alzó la  ceja   un poco  divertida.  —  Eso no  fue  lo que pregunte. 

— Será mejor que nos  vayamos. Quiero hablar  contigo.

Halrinach  las  transportó   a una pequeña  salita    que era  su lugar preferido  de  su casa.  Su  abuela  siempre tenía  frío  así que había una  chimenea   encendida  y  un  jardín     que rodeaba la  sala   se podía  ver  el  cielo  azul  y la  luna  ya  que   el cielorraso   siempre   lo  reflejaban. 

Su  abuela  le indicó  uno  de los  sillones  orejeros   de  color  crema  para que se sentará.  Aunque  Anazareth  prefería estar  de pie hizo lo que su abuela  le indicó. 

— Estás  cansada. ¿Deseas tomar algo?

Anazareth negó con la  cabeza. 

Halrinach  chasqueó los  dedos   y  un hombre calvo  vestido de negro  apareció. 

— Hugo, me  puedes traer  un té de  manzanilla. 

El hombre asintió y  se  fue  sin decir  nada.  Minutos  más tarde el hombre  traía el té.  Halrinach  dio  las  gracias.  Antes que  su empleado se marchara.  

Anazareth  esperó  que estuvieran  solas para  empezar   a hablar.  Aunque ni  siquiera  sabía que iba a decir. Miró  a su  abuela    que tomaba  el  té.  Parecía   tranquila, pero  ella presentía  que no lo estaba. 

Luego de  varios minutos,  en lo que la tensión se podía cortar. Halrinach  se  tocó su dedo anular  mostrando  un pequeño  anillo   hecho con  flores    mágicas. Que  fue un regalo  de  alguien  de quien su abuela  nunca mencionaba. 

— ¿ De qué querías  hablar?

Anazareth  suspiró  y agradeció que no tartamudeaba.  — De mi madre. 

Halrinach  no esperaba  que  saliera  ese  tema  a  flote. Odiaba  hablar  de  Nahama,  su  hija. Con  voz plana  y sin mirar  a su nieta   que era la  viva  imagen de su hija.  Con la  excepción  de color  de  cabello mientras  Anazareth lo tenía  negro.  Nahama  lo  tenía  azul eléctrico.  

— ¿ Qué deseas  saber  de  ella? 

Anazareth  miró  a  los ojos  negros  de su  abuela.  — Quiero  saber  sobre  su muerte. 

Les deseo un genial fin de semana.