Después de todo. Capítulo 9 ( Segunda Parte)

 Hola.  ¿Cómo  están? Hoy les traigo un episodio  romántico y muy  dulce.  Espero que  sea  de su  agrado.

Capítulo 9

Beso  a  Luke  de  forma  apasionada. 

Deslizó las manos hasta su pelo y ella notó que buscaba algo. De pronto, extrajo una horquilla que cayó haciendo ruido en la encimera; a continuación, extrajo otra.

—¿Qué estás haciendo? —La pregunta brotó de  los  labios  de  Anazareth con voz grave y áspera.

—Te suelto el cabello. Estas horquillas llevan siglos molestando. Siempre  he  deseado ver  tu  cabello  suelto —Lo dijo con un hilo de voz.

Anazareth se estremeció de pies a cabeza.  A Luke le brillaban los ojos; siguió extrayendo horquillas hasta que por fin su pelo quedó suelto, entonces sumergió en él sus dedos y le masajeó el cuero cabelludo. Ella relajó los párpados al tiempo que emitía un suave gemido; sus pulmones exhalaron hasta la última gota de aire. El contacto de sus manos le hacía mucho bien, le resultaba muy necesario.

Luke estaba loco por ella. La simple idea le daba vértigo.

Deslizó una mano del cabello al mentón y se lo sujetó mientras con el pulgar le acariciaba la mejilla, tal como antes había hecho en la palma de su mano.  Anazareth abrió los ojos con dificultad; se sentía adormilada por el placer. El rostro de él se encontraba ahora más cerca; mucho más cerca.

Sus labios le rozaron la sien y de repente a ella se le cortó la respiración.

— Sabes  tengo miedo —susurró. Su cálido aliento le abrasaba la piel de la  demonia.

—¿De qué? —preguntó  en voz  baja  Anazareth.

— De  esto. Te deseé en cuanto te vi por primera vez. Y te sigo deseando. Es un fuego  que me  consume  hasta perder la  razón.  Nunca antes  me  he  sentido así. 

Aquella confesión en voz baja  hizo temblar de  emoción  y miedo  a  Anazareth.  No podía  entender  cómo  sentía  dos  cosas  tan opuestas al mismo tiempo. 

De pronto, los labios de él le rozaron la mejilla a escasos centímetros de la boca. Lo único que tenía que hacer era volver un poco la cabeza y los labios de ambos se unirían. Lo deseaba, deseaba notar el calor de su boca  nuevamente.

Pero  en el peor  momento las  imágenes  de  Azidahaka regresaron  a  su cabeza. 

 —Luke para.

Él se detuvo en seco.

—¿ Qué pasa?—él  la miró preocupado. 

Anazareth no deseaba  que  le  tuviera lástima. Lo mejor  era alejarse   de esto.

 Anazareth tragó saliva y de algún modo consiguió que se oyera su voz.

— Es mejor que  me vaya. Esto no puede ser. 

Luke  temió lo peor  . Fue  demasiado  rápido  y  brusco  con  ella. 

— ¿ Es  por  Azidahaka? ¿ qué  te hizo?

Anazareth respiró hondo y miró  nuevamente el amanecer esperando  que el  sol limpiara   su alma. 

—  No es  por él.  Y lo que hizo  no me  importa  más.  Soy  más  fuerte por eso. 

Luke  acarició  su mejilla  y sin dejar  de mirar  sus  ojos. Preguntó —¿ Me  deseas?

Anazareth  quiso mentir, mas decidió no hacerlo. Luke  se  daría  cuenta .— Sí, pero...

—¿ Pero qué? 

Era   ahora   o nunca.  Mejor  que sepa lo peor  de ella   y se aleje.

— Soy  frígida,  como dirían los humanos. —  Esperaba  su lástima.  

Luke se estremeció y el temblor de su cuerpo alcanzó el de ella. Un agudo cosquilleo le abrasaba la piel y penetraba en Anazareth haciendo que anhelara más. Pero los pensamientos se disiparon en cuanto él desplazó la cabeza y cubrió los escasos centímetros que separaban sus labios. Cubrió sus labios sobre los de ella, con firmeza, pasión   y dulzura. 

Anazareth quería más,  aunque  su  razón le  decía que se  alejará de él. Se volvió para enfrentar su cuerpo al de Luke. Quien, en menos tiempo del que tardaba latir  su  corazón le abrazó. Inclinó su cabeza y la  beso  

Anazareth levantó los brazos y los posó en el pecho Luke hasta que él le cogió las muñecas y la alentó a rodearle el cuello. Luego volvió a posar las palmas de las manos en su espalda y la presionó con las yemas de los dedos con insistencia; con desesperación. Y el beso se prolongó más y más.

De pronto, él lo interrumpió. La decepción estuvo a punto de arrastrarla como una ola, pero Luke le tomó una mano y la llevó a su corazón. Al notar el fuerte latido, lo miró a los ojos y supo que nunca en toda su vida, ocurriera lo que ocurriese al día siguiente o al siguiente minuto, olvidaría la forma en que Luke  la miraba. Le  rompía  el corazón  tener  que  separarse  de él . Sin  embargo,  era lo mejor para ambos. 

—No puedes obtener lo que esperas de mí.

—No, no puedo. —Sus ojos centelleaban, azules como el corazón de una llama. No eres   frígida. ¿Notas lo que provocas en mí, Anazareth?

Anazareth  se alejó.  — Debo irme  es  lo mejor  para los dos.  

Luke sintió  un poco  de miedo. Tal vez,  era  su única oportunidad  de  seguir  con ella.   — ¿Te  propongo algo?

Anazareth se  detuvo  cerca  de las  gradas  y  preguntó  — ¿ Qué? 

Luke miró   al cielo  buscando  una  idea.  — Te  propongo algo,  ni  siquiera  de que se trata.

Luke  se acercó  a la  escalera  y  se  sentó  en las  gradas.  Anazareth debía aprovechar e irse, pero se quedó  a su lado. 

Luke  la miró  y él  le dijo  casi susurrando —  Por favor, no me tengas miedo.

 —No tengo miedo. Pero  si seguimos  solo nos vamos a hacer  daño.

— Eso, no lo sabes.  

Anazareth  lo miró  como  si estuviera  loco. 

—  Pasa  conmigo  3  horas  seguidas  y  te  aburriré.

— Hagámoslo.  Pasemos   por  lo menos  3  horas  diarias  todos los días.  Sin  besos,   ni  caricias.  Yo  quiero conocerte. Porque  si  bien me  atraes,  también  me  gusta  tu alma. Solo dame  tres meses

Anazareth  deseaba  creerle  y  al mismo  tiempo  temía hacerlo.

— No  te  creo.  

—  Te  reto, estaremos  3  horas  diarias  juntos por  3  meses  y no te tocaré...

 Anazareth lo interrumpió —Pero yo sí lo haré. 

— Son  tres  horas   así que podrás  darme  tres  besos. Si  estamos  más  tiempo juntos  serán  más  horas.

— Es una locura.  No  lo voy a hacer.

—  Tienes miedo. 

Anazareth  furiosa  —De verdad que no. Y para demostrárselo, y tal vez también para demostrárselo a sí misma, lo atrajo del cuello para besarlo. Esta vez el beso fue más corto pero por iniciativa suya. A continuación lo apartó de sí y lo vio sonreír. Y su pulso se detuvo un instante antes de reanudar el ritmo acelerado. Tenía una sonrisa muy dulce, muy relajante, muy aliviadora. Y sus labios respondieron con un gesto similar.

—Me alegro, ¿ entonces aceptas el  reto? —dijo él.

Anazareth  pensó estaba  loca,  cuando  dijo  —. Sí.

Luke  sonrió   con tanta intensidad que  casi la quemó. Incómoda   y  parándose  nuevamente,  se  fue  hacia  el faro para mirar   el amanecer  en lugar    de  a  Luke.

— No  esperes  una dama  o una princesa  dulce  de  cuentos  de hadas.

Luke  se  rio  y  le  susurró  debajo   del oído.  —  No  deseo una  princesa  dulce, tierna  y  sumisa.  A mí  me  gusta   una  demonia  terca ,  fuerte  y con el corazón  herido. 

Anazareth  no supo  qué  decir  así  que miró  el amanecer. Después,  de  tanta  oscuridad ,  miedo. Un nuevo  día    surgía,  después de todo.

Les deseo un genial  fin  de semana.